jueves, 26 de octubre de 2017

PODEMOS, BESCANSA, ESPAÑA Y CATALUÑA


Félix Población

La diputada de Podemos Carolina Bescansa, que ha sido sustituida en la comsión consitucional de su partido en el Congreso por la combativa portavoz parlamentaria Irene Montero, ha afirmado  que a ella le gustaría un Podemos que le hablase más a España y a los españoles y no solo a los independentistas. Bescansa ha recordado que Podemos es un partido español y estatal, pero "se ha olvidado de contarlo" en la crisis política que se vive en Cataluña. A su juicio, Podemos no ha explicado convenientemente que no apoyará una independencia de Catalunya "ni por la vía unilateral, ni por la bilateral".

Estas declaraciones de la cofundadora del partido morado bien pueden coincidir con las de muchos votantes del mismo en España, según he podido leer y escuchar en las últimas semanas, y a las que se debe prestar la atención que merecen, tal como creo ha hecho la propia Bescansa, socióloga de profesión. Desde que se suscitó la crisis en Cataluña, a raíz del desaguisado parlamentario que dio origen a la convocatoria del referendo unilateral que ha conducido hasta la probable e inminente declaración unilateral de independencia, no he dejado de tener la sensación de que Podemos planteó su estrategia política más en atención a la postura de la alcaldesa de Barcelona -de abrazos con Puigdemont- que a la de sus votantes en el resto de España. Ada Colau votó en blanco en el referendo unilateral después de que uno de nuestros más valiosos políticos, Joan Coscubiela, apostando por un referendo legal y pactado, dejara claro en una memorable intervención en el Parlament que no se podía avalar la ley que convocaba el verificado. A muchos nos hubiera gustado escuchar en labios de Pablo Iglesias lo que Coscubiela suscribió con determinación y sin medias tintas ese día.

Tampoco lo hemos leído en la carta que el líder del partido morado dirigió a los inscritos e inscritas hace unas fechas bajo el título  Siete consideraciones sobre la crisis catalana, una carta que debería haberse publicado mucho antes y no cuando la situación en Cataluña está a punto de desembocar finalmente en el peor de los desenlaces, más propio de un sainete marxista (por Groucho) o un esperpento valleinclanesco que de una nación con cierta madurez democrática, siquiera sea por edad.

Podrán pasar muchas cosas a partir de mañana -todas nefastas para el porvenir de España y Cataluña-, pero hay una con la que Podemos  ha de empezar a contar desde que Iglesias gritó en Barcelona Visca Catalunya lliure i sobirana, en lugar de compartir y expresar el mismo mensaje que el portavoz de Catalunya Sí que es Pot en el Parlament: la posibilidad de perder muchos votos en las próximas elecciones, con el consiguiente júbilo entre sus adversarios políticos y sus múltiples enemigos mediáticos. Esta también sería, a la postre, otra de las negativas consecuencias -y no menor- para quienes afloraron al ruedo ibérico apostando por la consumación del viejo régimen del 78  y sin cuyo concurso como partido fuerte será imposible todo cambio político, económico y social significativo y necesario, según anhelan sus cinco millones de votantes.

Irene Montero ha restado importancia al relevo de Bescansa en la comisión constitucional de su partido, dado que en la misma deben estar los miembros de la dirección del grupo parlamentarioante la posible reforma de la Constitución, pero me temo que la tiene.

DdA, XIV/3671

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