Félix Población
La imagen es una más, pero muy significativa en este caso, de las muchas captadas por el reputado fotógrafo gijonés Constantino Suárez, sobre todo si se tiene en cuenta el año que la fecha: 1937. No se especifica el mes de ese octogésimo aniversario. Pertenece al archivo del Museo del Pueblu d'Asturies y lleva por título Temporal en la playa de San Lorenzo.
La única figura humana que se ve parece la de un adolescente -con boina quizá, según se estilaba entonces- que inicia una carrera ante el embate de la próxima ola. Sea o no antes de octubre de ese año en que Gijón fue ocupada por las tropas franquistas y todo el frente norte dejó de ser republicano, la foto respira una húmeda y ventosa frialdad de invierno, con una de las farolas de la escalera 6 o 7 huérfana de luz.
Ya sea antes o después, durante el segundo invierno en guerra o al inicio de la crudelísima represión a cargo de los vencedores que se desató sobre la ciudad a partir del 21 de octubre en cárceles y cementerios, reconforta saber que, por detrás de ese arbolillo cuya escuálida estatura deshojada hace llorar de lástima -que diría el poeta Juan Ramón Jimėnez-, transita un adolescente solitario que juega a esquivar la furia desatada de las olas rompiendo contra el muro.
La concordancia de ese mar sumamente agitado, cuyo fragor imaginamos quienes nos hicimos a su escucha mientras crecimos entre sueños y silencios, y la violenta historia escrita en sus orillas, seguramente fue el mensaje que nos quiso dejar Suárez con su cámara, con ese punto de mira iluminado que siempre comporta ver la silueta de un adolescente jugando con el mar. Su reflejo en los charcos del pavimento roto acentúa de aliento vital la turbia atmósfera de un un oleaje desbocado, bajo cuyo furibundo estremecimiento parece haberse hundido o perdido el horizonte.
PS. Me comunica mi estimado amigo Goti del Sol, siempre al tanto de la historia de Gijón, que Suárez fue detenido tras la entrada de los "nacionales", por lo que es muy posible que la fecha sea anterior al 21 de octubre de 1937.
La única figura humana que se ve parece la de un adolescente -con boina quizá, según se estilaba entonces- que inicia una carrera ante el embate de la próxima ola. Sea o no antes de octubre de ese año en que Gijón fue ocupada por las tropas franquistas y todo el frente norte dejó de ser republicano, la foto respira una húmeda y ventosa frialdad de invierno, con una de las farolas de la escalera 6 o 7 huérfana de luz.
Ya sea antes o después, durante el segundo invierno en guerra o al inicio de la crudelísima represión a cargo de los vencedores que se desató sobre la ciudad a partir del 21 de octubre en cárceles y cementerios, reconforta saber que, por detrás de ese arbolillo cuya escuálida estatura deshojada hace llorar de lástima -que diría el poeta Juan Ramón Jimėnez-, transita un adolescente solitario que juega a esquivar la furia desatada de las olas rompiendo contra el muro.
La concordancia de ese mar sumamente agitado, cuyo fragor imaginamos quienes nos hicimos a su escucha mientras crecimos entre sueños y silencios, y la violenta historia escrita en sus orillas, seguramente fue el mensaje que nos quiso dejar Suárez con su cámara, con ese punto de mira iluminado que siempre comporta ver la silueta de un adolescente jugando con el mar. Su reflejo en los charcos del pavimento roto acentúa de aliento vital la turbia atmósfera de un un oleaje desbocado, bajo cuyo furibundo estremecimiento parece haberse hundido o perdido el horizonte.
PS. Me comunica mi estimado amigo Goti del Sol, siempre al tanto de la historia de Gijón, que Suárez fue detenido tras la entrada de los "nacionales", por lo que es muy posible que la fecha sea anterior al 21 de octubre de 1937.
DdA, XIV/3654
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