Félix Población
Por si no tuviéramos bastante con la vecina Francia, donde la
ultraderecha cuenta con el apoyo del 34 por
ciento del electorado, al igual que dispone de un nutrido respaldo en otros
países europeos, las elecciones en Alemania del pasado domingo han deparado a
la equivalente formación política hasta 94 diputados, algo que ni los más
optimistas de Alternativa por Alemania esperaban. La entrada tan numerosa de diputados de ese
partido en el Parlamento alemán no se puede pasar por alto y constituye una de
las noticias más inquietantes que nos ha deparado el año en curso.
Resulta obligatorio hacer uso de la memoria histórica en esa nación y
recordar que fue en las quintas elecciones parlamentarias de la entonces República de Weimar, celebradas en mayo de
1928, cuando el Partido Nacionalsocialista (NSDAP) accedió al Reichtag, aunque
en esa ocasión solo obtuvieran doce escaños. El Partido Nazi sería en 1930 el
que mayor incremento de votos obtuvo respecto a las elecciones de 1928, pasando
de 12 escaños a 107, para pasar en años sucesivos a ocupar el primer lugar,
desde el que condujo la barbarie y la más terrible de las guerras de nuestra
historia.
En España no hay un partido de ultraderecha que pueda ocupar actualmente
escaños en el Congreso de los Diputados, pero el pasado domingo, en Zaragoza,
varios centenares de ciudadanos impidieron la salida del Pabellón Siglo XXI a
los cargos públicos de varias formaciones políticas que representaban a millones
de españoles y que se habían reunido para debatir una solución política dialogada al
problema catalán. Al parecer, no había policía suficiente para garantizar esa
seguridad y únicamente se solventó el conflicto cuando Pablo Iglesias hizo una
llamada personal a Rajoy.
Entre los acosadores, que llegaron a agredir a la presidenta del Parlamento
aragonés, no dejó de escucharse un grito que revela la catadura de esos
individuos: contra la traición, ejecución. Como varios medios de información consignaron la presencia de dirigentes del Partido Popular de Aragón entre esos
grupos, e incluso de Ciudadanos, se está dejando notar la carencia de una explicación al respecto por parte y parte. Porque ante quienes representan a esos partidos y son capaces de incluirse en un colectivo que vocea esa consigna solo caben dos actitudes: echarlos o hacernos creer una vez más que en el Partido Popular o Ciudadanos caben los que, en vez de palabras, esgrimen odio hacia el adversario político, y por lo tanto sobran en el porvenir de la nación porque nos recuerdan lo peor de su historia.
Y no olvidemos que los nacionalismos, sea cual sea su signo o el color de su bandera, son una espita para que el odio se derrame y cunda, como bien consta en nuestra memoria.
DdA, XIV/3646
1 comentario:
Si la mentalidad de quienes en el Ayuntamiento de Madrid hacen eso es de ese tenor, lo sorprendente es que ese partido sea el más votado de España, entender a banderazos la política territorias es propio de cafres.
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