Félix Población
Visto lo visto en los tiempos que corren, con la corrupción
política como motivo central de actualidad permanente en nuestro país, una
reedición que lleve por título “El último pirata del Mediterráneo” y verse
sobre Juan March ha de ser acogida al
menos con curiosidad por lo que supone como antecedente. No en vano Rubén
Juste, en su documentado libro “Ibex 35. Una historia herética del poder en
España”, dedica a los March un substancioso fragmento, para el que se sirve de
una significativa cita de Balzac: “El secreto de las grandes fortunas es un
crimen, olvidado porque se ha sabido perpetrar.”
Esta biografía novelada, de la que es autor el periodista y
escritor gallego Manuel D. Benavides (1895-1947), se publicó en 1934, un año
después de que el banquero mallorquín se escapara de la cárcel. Se volvió a
editar en México en 1976 y en España en 1995, si bien ninguna de las dos reediciones
es la versión final del libro, publicada en Barcelona en 1937, en la que no
sólo aparecen todos los personajes con sus nombres verdaderos, sino que se
incluyen algunos fragmentos añadidos. Esta es la que ahora ha dado a conocer la
editorial Renacimiento, con una introducción de José Luis García Martín, un
prólogo del autor a la edición rusa de 1935 y unas notas autobiográficas a modo
de epílogo.
Tal como indica García Martín, Benavides inició la escritura
de esta biografía a mediados de 1933, cuando los sucesos trágicos de Casas
Viejas acabaron con la alianza de gobierno entre republicanos y socialistas,
March estaba en prisión por sus corruptelas y el Partido Radical de Lerroux
formó gobierno bajo la batuta de Diego Martínez Barrio. Es entonces cuando huye
de la cárcel, dejando en ridículo a las autoridades republicanas, y cuando
Benavides se pone a escribir el libro, cuya primera parte lleva por título “Un
aventurero mallorquín”. En ellas se narran los codiciosos inicios del
protagonista y el extraño asesinato del hijo de un contrabandista competidor,
presunto amante de la esposa de March, sobre quien recayeron las sospechas del
homicidio.
La segunda parte, “Los mongoles sobre Barcelona”, se centra
en las figuras de Alejandro Lerroux y uno de sus colaboradores del Partido
Radical, Emiliano Iglesias. Con el término “mongoles” se refiere el autor a los
lerrouxistas que se hicieron dueños del Ayuntamiento de Barcelona, cosechando
con ello pingües ganancias mediante las correspondientes corruptelas.
Las relaciones entre el dictador Miguel Primo de Rivera y el
contrabandista Juan March ocupan una tercera parte muy documental, para la cual
Benavides se sirve del diario del director de la Compañía Arrendataria de
Tabacos durante esos años, que le fue entregado por este para incluirlo en el
libro que entonces preparaba el escritor. Mach pasó de ser diputado por
Mallorca en 1923 a hacerse con el monopolio de tabaco en el norte de África
cuatro años más tarde. “Juan March fue uno de los orientadores de la política
económica de la Dictadura –se afirma-. Su capacidad de soborno extendíase a
todos los poderes del estado; la Justicia, la Iglesia, el Ejército y el rey”.
La historia de la segunda República, hasta la victoria de las
derechas en las elecciones de otoño de 1933, ocupa la cuarta parte de esta biografía
novelada. En esas elecciones también es elegido diputado March, después de
haberse escapado de su confortable encarcelamiento, similar al de un Tejero de
nuestros días. Benavides lo cuenta y hace luego un último balance de su
personaje, ya viejo y enfermo, como si al cabo hubiera conseguido lo que
quería, dando por terminado su papel en la historia: “¿Para qué quiere la vida
Juan March? –pregunta el autor-. Ha satisfecho sus ambiciones. Grande es su
poder. Ante él doblan sus frentes los ministros y los banqueros y su espíritu
se ha encarnado y perdurará no se sabe por cuánto tiempo en la República tonta
del 14 de abril”. Estamos en el verano de 1934, cuando Benavides termina el libro. A Juan March le queda un
último y decisivo papel por hacer en pro del levantamiento militar del 18 de
julio de 1936, en correspondencia con lo que había dicho Azaña: “O la República
acaba con March o March acaba con la República”.
Benavides verá publicada esta biografía novelada poco antes
de que se produzca la revolución de Asturias en octubre de 1934, tras el acceso
de las derechas al gobierno y el recorte de derechos y libertades que eso
comportó en plena eclosión de los fascismos en Europa. Dueño y señor entonces de
la vida política en España, gracias a su poder para comprarlo todo (periódicos,
periodistas y ministros), March también quiso hacer desaparecer los ejemplares
del libro adquiriéndolos en las librerías, sin poder evitar que hasta quince
ediciones se agotaran antes de la guerra.
Como consecuencia de su implicación en la revuelta de
Asturias, Manuel D. Benavides fue internado en la Cárcel Modelo de Madrid, ante
el regocijo de los amigos de Lerroux y del contrabandista mallorquín, según sus
propias palabras. Luego se fue a París con su mujer e hija, después de haber
dejado escrita la que considera una crónica verídica de las miserias de la
política española desde la coronación de Alfonso XIII hasta la salida de
Lerroux del poder. “El último pirata del Mediterráneo” fue motivo suficiente
para que el Sindicato de Artes Blancas de la UGT temiera por la vida de su
autor y lo sometiera a una rigurosa vigilancia para defenderle de un posible
atentado.
Activo militante socialista durante toda su vida, Benavides
murió en México en 1947, afiliado desde un año antes al Partido Comunista tras
la ruptura entre los partidarios de Juan Negrín e Indalecio Prieto. Desconozco
si su nombre figuraba entre los socialistas a los que el PSOE devolvió
simbólicamente el carné hace unos cuantos años.
El último pirata del
Mediterráneo, Manuel D. Benavides. Editorial Renacimiento, 2017, 436 Pags.
*Artículo publicado en el número de junio de El viejo topo.
DdA, XIV/3558
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