martes, 13 de junio de 2017

ABANDONAR EL HEMICICLO


Jaime Richart
Parto de la idea irrefutable de que, como dijo Kapuscinski, cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante.

En efecto, el periodismo supone que es una actividad imprescindible, el nervio de la vida pública y política de cualquier país que se precie de democrático. Yo personalmente lo dudo. Dudo que sea imprescindible porque de entrada dudo que haya países ciertamente democráticos y no países donde unas capas o castas sociales se apoderaron hace mucho tiempo del poder y no lo sueltan, envolviendo la vida política en la ficción de que el pueblo decide su destino. Un tema éste de por sí complicado espinoso si se lo trata en profundidad y no se dan por sentadas premisas que requieren a su vez debate y análisis...
Pero admitiendo que lo nuestro (y ahora me ciño a este país) sea una democracia y no una farsa o un montaje en toda regla; y admitiendo que el periodismo es tan importante que no podemos  vivir sin información, del mismo modo que no podemos vivir sin abogados ni fiscales ni asesores ni bancos... habremos de convenir que la información, la médula del periodismo, siendo como es un negocio, tanto puede ayudar a la ciudadanía a robustecer su responsabilidad, como a aturdirla, a entontecerla o embrutecerla. En los países que viven una política plácida, que son en Europa muchos, muchos más de los que suponemos ¿acaso Chequia, Austria, eslovaquia, los países nórdicos, etc, por ejemplo, no la disfrutan?, la moderación, el tacto, el mimo de la información deben estar asegurados. Pero en un país como España, donde el hecho político en sí mismo de un gobierno ilegítimo por  diversos motivos es con tanta frecuencia una afrenta a la ciudadanía, un virtual casus belli; donde la inmensa mayoría de los medios de información está en el fondo a su lado aunque sólo sea por las subvenciones que reciben o por el miedo a perderlas; donde los periodistas, sus periodistas, que cubren la información tienen una vida holgada al lado de millones de españoles que se las ven y se las desean para salir adelante, la objetividad y la neutralidad brillan por su ausencia. La prueba es que ningún medio, ni impreso ni radiotelevisivo, apoya editorialmente la causa del único partido político que, llegado del frío, está decidido a remediar quizá lo irremediable dentro de un esquema orgánico en lo político y en lo institucional establecido en 1978 precisamente para asegurar el dominio de las clases que venían del franquismo y las que desde un falso socialismo (como se ve incluso en la socialdemocracia europea) deseasen unirse a ellos...
Lo único que podemos esperar de los medios digitales un poco inclinados a comprender la causa de ese nuevo partido es neutralidad y objetividad puras en aras de la deontología periodística que los otros, los del periodismo predominante, se pasa demasiado a menudo por el forro...

De modo que si la información es un negocio, y lo es, y si la verdad no tiene importancia por eso mismo, ya nos dirán los periodistas de las democracias más cercanas a sus esencias qué se puede hacer en España. Y sobre todo, qué se deba hacer el próximo martes en la sesión parlamentaria dedicada a una moción de censura, una reprobación del gobierno y su partido en toda regla, que no sea la exposición del rosario de motivos en la comparecencia del portavoz del partido que la plantea, y a continuación abandonar todos sus miembros el hemiciclo dejando con la palabra en la boca al encargado o a la encargada de replicar... (eso, a menos que el propósito fuese divertirnos todos con una sesión circense, que no lo creo). Entre que el gobierno tiene derecho a intervenir cuando quiera e interrumpir el desarrollo de las comparecencias, y la presidenta del Congreso puede arrogarse el derecho a no comunicar el orden del día, después de lo visto en la Asamblea de Madrid ese mismo golpe de efecto a escala mundial, puede tener muchísimas más consecuencias que todos los quintales de retórica inútil que se vierta a lo largo de a saber el número de horas dedicadas a una bronca a escala planetaria...

DdA, XIV/3560

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