Mi estimado colega Félix Maraña me hace saber que la U.I.M.P. ha organizado en Santander un curso con título que expresa suficientemente el objetivo: "Guiomar, antes y después de Machado. Pilar de Valderrama, mujer y discurso intelectual". Tendrá lugar en el Palacio de la Magdalena, entre el 23 y 25 de agosto. Dirigido por Alicia Viladomat Martinez, nieta de Guiomar, contará con la intervención de ilustres ponentes, como Joseph Perez, Maria Dolores Ramírez Ponferrada, Pilar Nieva, Fernando de Valderrama, entre otros. Aprovecho la noticia para dar cuenta del siguiente artículo, publicado este mes en la revista Quimera.
Félix Población
Puede que parezca excesivo, y
hasta lo sea, dedicar a la corta vida de Leonor Izquierdo, la jovencísima
esposa de Antonio Machado, un libro de más de 350 páginas. Puede que sea
excesivo, y hasta lo sea, calificar de
biografía lo que apenas son cinco años acerca de la protagonista. Lo
cierto es que Miguel Ángel Baamonde, admirador y estudioso de la obra y amores
de don Antonio, nos ofrece el más completo y actualizado estudio sobre Leonor.
Hay en este libro, en cuya
primera parte se desarrolla el material específicamente biográfico, tres
episodios sobre los que de seguro se centrará el interés de quienes lo lean. El
primero no puede ser otro que la circunstancia en que todo un circunspecto profesor
de instituto, que ya había cumplido los 30 años, manifiesta sus sentimientos a
una tierna adolescente de apenas 14 años, que se limitaba a tontear con los
muchachos de poco más edad por las orillas del Duero, ante el incipiente atisbo
de celos del poeta. Un poema, ese de la monjita tan bonita que todos hemos
leído, cuyos últimos versos aluden a la niña que quiere casarse con un mocito
barbero, parece ser –según todos los biógrafos de don Antonio- el que sirvió de
amorosa e indirecta declaración, una vez la aludida lo halló sobre la mesa del
poeta, en presencia de este.
Otro episodio, que posiblemente
también impacte en la sensibilidad del lector, es el que tiene por escenario
París, ciudad a la que había ido Machado en su juventud y a la que, desde el
momento que se casa con Leonor, apetece a ésta conocer por la ilusión que
le procura ese destino. Para ello ha de conseguir don Antonio, previamente, una
beca que permita al matrimonio el sostenimiento de su estancia durante el año
1911. Los primeros meses discurrirán
felizmente, con don Antonio asistiendo a las clases de Bergson en la
universidad y su esposa haciéndose a una vida cada vez más independiente. Así
hasta que, el 14 de julio, el mismo día en que se conmemora la fiesta nacional
de Francia, Leonor cae enferma de hemoptisis. Fechas antes había sufrido una
mojadura a causa de un intempestivo chaparrón que la sorprendió de regreso de los
Almacenes Samaritana, adonde había vuelto tras notar que había olvidado el
bolso que le regaló su marido. Tras ser internada en un hospital parisino, se
impuso el regreso a España, para lo cual Machado hubo de pedirle a su amigo
Rubén Darío un préstamo de 300 francos.
Como no podía ser de otro modo,
una vez declarada la enfermedad, las páginas finales de la biografía tienen por
asunto el declinar vital de Leonor en Soria, desde septiembre de 1911 hasta su
fallecimiento el 6 de agosto del año siguiente. Conmueve especialmente la
imagen de poeta empujando hasta el alto del Mirón, en las afueras de la ciudad
y donde más limpio y tonificado era el aire, el sillón de ruedas donde iba su
esposa, ignorante posiblemente de la gravedad de su mal. ¿Fue entonces cuando
el poeta escribió aquellos versos dedicados a las hojas verdes del olmo viejo,
hendido por el rayo: “Mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la
vida, / otro milagro de la primavera”.
Ese milagro no se produjo. El
único consuelo que tuvo don Antonio, antes del fallecimiento de su esposa el 6
de agosto de 1912, fue la edición de su libro “Campos de Castilla”, que casi
había alboreado con su llegada a la ciudad castellana en 1907 y el posterior
conocimiento de Leonor. Todos sus biógrafos coinciden en señalar que uno de
esos ejemplares llegó a manos de Machado con una lujosa encuadernación y que el
autor lo dedicó a su mujer agonizante. Pérez Ferrero señala que en esa ocasión
hasta se le permitió a la enferma manifestar su contento, rompiendo el régimen
de silencio que se le había impuesto para no fatigar demasiado sus dañados
pulmones. Nada se sabe de ese ejemplar. Llevaba esta dedicatoria: A mi
Leonorina del alma, Antonio.
La biografía escrita por
Baamonde se completa con dos opúsculos: Presencia
de Leonor en la poesía de Antonio Machado y Proyección de la figura de Leonor en la inquietud de Antonio Machado.
Leonor. Memoria de la niña-esposa
Miguel Ángel
Baamonde
Ediciones
Rilke, Madrid, 2016
369 páginas
*Artículo publicado en el número de junio de la revista de literatura Quimera.
DdA, XIV/3557
No hay comentarios:
Publicar un comentario