
Félix Población
Por si
algunos no lo tenían claro, tiene muy mala pinta el PSOE que se perfila con
Margarita Robles haciendo de la falacia razón. “No apoyaremos la moción de
censura de Unidos Podemos contra Rajoy porque gracias a Iglesia llegó a la
Moncloa”, ha dicho. Algo debería decir Sánchez a esto, ¿o no? ¿Pretende Robles que así se tumba al PP+Ciudadanos, partido este último con el que Sánchez pactó para rendir a Podemos y luego arrepentirse ante Jordi Évole?
Eso, por un
lado. Por el otro he leído que el reglamento del Congreso no obliga al
presidente del gobierno a dar respuesta a quienes plantean una moción de
censura contra él, y aunque esto me parezca incomprensible, lo tengo en cuenta
por lo que ayer dijo don Mariano el simple a los periodistas cuando le
preguntaron si iba a ser él quien se encargase de dar respuesta a Pablo Iglesias.
Algunos
colegas consideran irónica la contestación del jefe del ejecutivo, como si el
desprecio que respira con la misma hacia los representantes de cinco millones de
españoles se pudiera envolver en un calificativo semejante: “Hay que celebrar el buen humor de la presidenta del
Congreso por poner el debate en martes y 13 -dijo don Mariano-. ¿Yo replicar? No, yo nunca le
replico a nadie”.
En los
cuarenta años de la democracia vigente, a ninguno de los dos jefes del gobierno que replicaron a
quienes presentaron las respectivas mociones de censura contra ellos, se les ocurrió una contestación tan bochornosa como la de este Marianete: en 1980 lo hizo Adolfo Suárez
ante la moción del PSOE y en 1987 lo hizo Felipe González ante la moción del Partido Popular.
Si don Mariano Rajoy no cumpliera con el compromiso al que le obliga su cargo y el respeto a quienes representan a un considerable sector de la ciudadanía, puede que satisficiera a aquellos de entre los suyos que como el flácido Hernando insultan de continuo a cinco millones de españoles, pero su silencio sería una constatación más de la excepcionalidad democrática que vivimos, encabezada por él mismo.
Si don Mariano Rajoy no cumpliera con el compromiso al que le obliga su cargo y el respeto a quienes representan a un considerable sector de la ciudadanía, puede que satisficiera a aquellos de entre los suyos que como el flácido Hernando insultan de continuo a cinco millones de españoles, pero su silencio sería una constatación más de la excepcionalidad democrática que vivimos, encabezada por él mismo.
Tendría, además, tal como ha demostrado en el pasado y va a volver a demostrar próximamente testificando por plasma ante los tribunales por la trama Gürtel que afecta a su partido, un componente fundamental de cobardía, impropio de quien a su vez representa a otro sector muy importante de la población española.
Gracias al PSOE de la comisión traidora, un sujeto con tan poca dignidad preside el gobierno de la nación, el mismo que reprocha al presidente de la Generalitat su falta de valentía para presentar en el Congreso su propuesta independentista. Otro que tal.
Gracias al PSOE de la comisión traidora, un sujeto con tan poca dignidad preside el gobierno de la nación, el mismo que reprocha al presidente de la Generalitat su falta de valentía para presentar en el Congreso su propuesta independentista. Otro que tal.
DdA, XIV/3544
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