lunes, 6 de marzo de 2017

EL PRIMER LIBRO Y LA ÚLTIMA LECCIÓN DE MIGUEL DE UNAMUNO*


Félix Población

El 31 de diciembre del año pasado se cumplieron 80 de la muerte de Miguel de Unamuno. Coincidiendo con esta circunstancia, por la que los derechos de autor pasan a dominio público, se han editado dos libros muy interesantes que tienen por protagonista al escritor y pensador vasco. El primero, “Venceréis pero no convenceréis: la última lección de Unamuno”, es obra de Pollux Hernúñez y revisa a fondo todos los documentos disponibles en torno al conocido discurso de don Miguel (“Venceréis pero no convenceréis”) en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, por entonces Día de la Raza en la España nacional-católica recién surgida en contra de la segunda República legal y democráticamente constituida.


Se trata de un trabajo que el autor tenía preparado desde hace años y que fue revisado y alumbrado a la imprenta gracias al efecto mediático de la extraordinaria interpretación que de ese episodio hizo el actor José Luis Gómez en el film “La isla del viento”, estrenado también el año pasado, en el que se versiona la estancia de Unamuno durante su destierro en Fuerteventura bajo la dictadura de Primo de Rivera. Hernúñez se sirve para su libro de todas aquellas fuentes que han aportado algo sobre la histórica alocución improvisada por el rector de Salamanca, de la que únicamente se conocen las palabras escritas en un papel por don Miguel para dar respuesta a uno de los intervinientes en el acto. (Ese papel era la carta que la esposa del pastor protestante Atilano Coco mandó a don Miguel para tratar de que no fuera fusilado su marido por los militares felones, sin que el escritor finalmente lo lograra). Bien es cierto que Unamuno se refirió al contenido de ese discurso posteriormente en algunas cartas, cuyo contenido se ha podido reelaborar gracias a estas referencias y también a los testimonios de quienes estuvieron presentes en el acto.


No estoy seguro, pero puede que por primera vez se incluyen en un libro los textos completos de los ponentes, taquigrafiados por los periodistas de los diarios salmantinos de la época. Corresponden a: José María Ramos Loscertales, catedrático de historia; Vicente Beltrán de Heredia, domino e historiador; Francisco Maldonado de Guevara, catedrático de Literatura, y José María Pemán y Pemartín, escritor y propagandista. No estaba previsto que hablara Unamuno, pero la intervención de Maldonado de Guevara, sobre todo, le obligó sobre a romper el silencio para mostrar su disconformidad con ese grandilocuente y nacional-católico discurso, al final del cual se escucharon los gritos del general Millán-Astray y algunos legionarios voceando “¡Viva la muerte!”.


Durante su alocución, el rector honorífico de Salamanca -que luego sería destituido por el ejército faccioso y arrestado en su domicilio hasta su repentina e inesperada muerte el último día de 1936-, tuvo que imponerse a los amagos de intervención del mismo general felón, quien quiso intervenir en varias ocasiones hasta lograrlo al final con un breve parlamento, previo a su comentario: “Si esa es la inteligencia, ¡muera la inteligencia!”, comentario que para muchos historiadores se quedó en el archiconocido “¡muera la inteligencia!” con el que literalmente el propio Millán-Astray y varios legionarios sí habían interrumpido casi al final la intervención de Maldonado de Guevara. Don Miguel abandonó el paraninfo universitario entre la indignación de la mayoría de los asistentes, que profirieron gritos varios: Ateo, rojo, al paredón, hereje, al paredón, traidor y más vivas a la muerte, al Requeté, a la Legón, a Falange, a España y a Franco.


El segundo libro, inédito hasta ahora, recoge las notas que un joven Unamuno de 25 años escribió durante su viaje en 1889 por Francia, Italia y Suiza, redactadas en dos cuadernos que debieron desparecer muy pronto del despacho de don Miguel, dado que no se encontraban entre los manuscritos que conformaban el legado donado por su hijo mayor a la Universidad de Salamanca en 1967. La edición, de la que es responsable el mismo autor del libro precedente, es magnífica, con gran número de notas explicativas y un texto que incorpora las tachaduras realizadas a lo largo de su escritura, pocas y muy sucintas. También incorpora el libro algunos de los artículos posteriores, escritos en varios idiomas y que don Miguel publicó años después en varios periódicos, basados en las impresiones de esos apuntes que quizá su autor no pensó dar a la imprenta nunca.


Lo más resaltable de estos dos cuadernos viajeros es su testimonio biográfico  sobre un periodo de la vida del autor -su juventud-  del que existen muchas lagunas, tal como señaló en la presentación del libro Jean Claude Rabaté, quien con Colette Rabaté comparte la autoría de una de las mejores biografías escritas sobre Miguel de Unamuno, publicada en 2009, y a la que seguirán a partir de este año los ocho tomos de su copioso epistolario. Nada o muy poco se sabe, en efecto, de los cuatro o cinco años que el escritor vasco pasó en Madrid durante su formación universitaria, así que encontrarnos con sus íntimas reflexiones veinteañeras sobre las gentes, las costumbres, el urbanismo, el arte, la historia, las mujeres y los paisajes con los que alternó a lo largo de los cincuenta días de su circuito europeo nos descubre una personalidad humana muy próxima y hasta tierna, ya muy afincada en sus creencias y con ideas socialistas, a la que caracteriza un muy singular punto de vista al contemplar la monumentalidad de la escultura y la arquitectura.


Reacio a la grandiosidad del Vaticano y nada impresionado por la Capilla Sixtina, sí se muestra conmovido ante la candidez sublime de las obras de  Fra Angélico, Filipo Lippi, Ghilandaio o el Giotto, que parecen estar envueltos en el rocío del espíritu franciscano. Es de sorprender y admirar la capacidad que muestra el joven escritor para pintar con su pluma a base de trazos sutiles y minuciosos las luces, los colores y matices de cada paisaje, así como el carácter de las ciudades que visita: desde Barcelona a París (“o se vive o se la ve en su historia”), pasando entre otras por Marsella, Niza, Génova, Pisa, Roma (“soberbia, apabullante, pero fría”), Nápoles (“ardiente, lasciva y lánguida”), Pompeya, Florencia (el autor confiesa su enamoramiento), Bolonia. Milán, Lucerna, Ginebra.

También es de destacar la insistencia en el recuerdo, durante todo el itinerario, de su novia Concha Lizárraga, presente en su memoria de un modo reiterado, bien sea con el deseo de compartir lo que ve, bien con el de esperar una de sus cartas. Guernica, el lugar donde reside Concha, es motivo de evocación repetida. ¿Alguien imagina la reacción que habría tenido don Miguel ante el bombardeo faccioso de esta localidad el 27 de abril de 1937, cuatro meses después de que le sorprendiera la muerte en su casa, durante su arresto domiciliario? Cabe pensar, sin desmesura alguna en la hipótesis, que ante la masacre de la aviación nazi-fascista se habría quedado muy corta la indignación de Unanumo expresada en su discurso del Día de la Raza de 1936. Entre las última frases airadas con las que Millán-Astray puso término al acto, constan como es sabido las siguientes: "Ningún español puede mantenerse callado cuando se ofende a la patria. Cataluña y Vasconia son dos cánceres en el cuerpo de la nación y hace falta un cirujano que corte friamente por lo sano. Los traidores a la patria deben ser condenados." 

*Artículo publicado en el número de El Viejo Topo correspondiente al mes de marzo.


(1) “Venceréis pero no convenceréis”: la última lección de Unamuno, Pollux Hernúñez: Oportet editores, Madrid, 2016. 110 páginas.
(2) Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza, Miguel de Unamuno.
Edición de Pollux Hernúñez. Oprtet Editores, Madrid, 2017. 299 páginas.

DdA, XIV/3488

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