lunes, 13 de febrero de 2017

MEMENTO MORI, PABLO IGLESIAS

Recuerden que detrás de esa efimeridad humana están millones de personas que tanto en España como en Europa, esperan que nos convirtamos en un ejemplo contra las políticas de austeridad y de una alternativa a la izquierda ante el huracán de la extrema derecha que está arrasando este Occidente en crisis.
Ana Almuedo Castillo
Iniciativa Debate

En la grandiosidad del Imperio Romano, cuando un emperador regresaba victorioso de la batalla, se le asignaba un sirviente que era el encargado de repetirle estas palabras: “Memento mori” (“Recuerda que puedes morir”). Era una frase que recordaba a los gloriosos generales su condición humana para que no se dejaran llevar por la fiebre del éxito y la soberbia. Y para recordarles que a pesar de las batallas ganadas, ellos no eran más que seres humanos que podrían morir en cualquier momento, aunque la gloria del Imperio Romano seguiría en pie.

Y esto son las humildes palabras que me gustaría dirigir al reelecto dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, de parte de una de esas exiliadas y parte de la generación que un día sentimos la ilusión de que por fin se esgrimía una alternativa política a la inacabada transición política que llevamos viviendo en España más de cuarenta años. Pues la sed de poder siempre acecha, y el aislacionismo de los líderes es siempre bien conocido y sino recordemos al camarada Stalin. De parte de esta generación en odisea, estaremos esperando que la ‘humildad y unidad’ se conviertan en realidad.

Sin duda la efimeridad humana del movimiento Podemos no quita que detrás de las caras o las batallas por el poder de un partido político, hay unas ideas, unas asociaciones y sobre todo una voluntad por una nueva política. La batalla de la que Pablo Iglesias ha salido victorioso no ha sido como una de esas grandes conquistas del Imperio Romano. Los únicos generales que han vuelto victoriosos a casa después de Vistalegre 2 son los ‘barones’ del PSOE y del PP que están disfrutando de que Podemos se haya visto inmerso en las mismas calumnias, batallas por el poder y favoritismos que ellos viven en su feudo de la vieja política.

Los del PP sin embargo tienen otro modus operandi. A diferencia de las purgas aireadas en Twitter de Podemos, el PP guarda la unidad férrea que recuerda al hermetismo del partido comunista chino: con el agua al cuello, Mariano Rajoy ha salido indemne y reelecto ayer Presidente del Partido Popular sin ni siquiera hacer una mención a los 31 casos y más de 500 imputados de su partido. Y si Podemos quiere convertirse en una herramienta más de la vieja política, ya tienen un buen ejemplo para seguir: “Los trapos sucios se lavan en casa”.

Con un leve matiz, porque la casa de Podemos no es la casa de Pablo Iglesias o la Íñigo Errejón. La casa de Podemos empezó en las calles en el 15-M y continuó con el movimiento asociacionista de la PAH (Plataforma Afectados por las Hipotecas), las mareas de la educación, los recortes en la sanidad o las manifestaciones contra ley del aborto, como bien nos recordaba Pere Joan Ventura en el documental “No estamos solos”. ¿No habría sido posible una negociación que incluyera todos estos movimientos antes de salir a la batalla de guerrillas? ¿Acaso es justificada la desafección y alineación que militantes y simpatizantes que ayudamos a construir estos movimientos con esta forma de hacer política?

Quizás sería una buena idea recordarle esto a los dirigentes de Podemos, que no están solos, que los que le permiten ocupar los escaños en el Parlamento han sido esas asociaciones y plataformas sociales, que pusieron las bases de un nuevo lenguaje político. Ellos sí tienen, a mi manera de entender, una función principal: continuar con este proyecto político y no traicionar a una generación entera de gente que creímos en el cambio, que hemos votado con convicción contra las políticas fascistas, la austeridad para la mayoría, una solución para la diversidad y los pueblos en España y la perpetuación del patriarcado. Una generación de gente que el cambio se podía hacer desde adentro, la guerra de posiciones de la que tanto hablaban en los comienzos. Esta generación se verá traicionada y lastrada a no poder aspirar a ninguna esperanza de cambio. Esa generación que espera ansiosamente un billete de vuelta.

Y les confieso, les escribo desde la absoluta ignorancia, pues yo nunca entendí y sigo sin entender qué ha sido todo esto. Sólo he visto la superficie y aunque vi algunas diferencias en ideas y en programas, en mi opinión particularmente de la parte de Podemos en Movimiento. Lo que he podido ver ha sido el personalismo y una lucha de poderes por ver quién se queda la pelota en el recreo. Una lucha, que para más inri, sólo se escuchaba en acento madrileño y con gran presencia masculina, ¿dónde está la diversidad a la que pretenden representar?

Yo lo he vivido desde el extranjero, como tantísimos jóvenes que ansían ese billete de vuelta y que vieron en Podemos la esperanza de que ello fuera posible. Nosotros que tras muchos años de desafección y resignación explicábamos por primera vez entre nuestros compañeros el 15-M, las plataformas sociales que habían surgido y las alternativas, y se nos llenaba la boca. ¿Y cómo explicarles ahora que sólo dos años después ya nos estemos tirando los trastos a la cara? Y lo más importante, ¿cómo explicarles que un movimiento que surgía de la militancia y la pluralidad de las asambleas y círculos estuviera en manos ahora de dos caras y dos mentes?

Ver los debates y entrevistas fue la primera vez que me hizo avergonzarme de mi voto. Les animo a que lo vean comparado con cualquier debate o presentación que hacían cuando iniciamos este camino. De esos en los que no necesitaban ni una chuleta ni un equipo que le dieran direcciones. De esos que explicaban ideas reales, basadas en teorías políticas y problemas sociales que había que resolver y que aún hoy en día se pueden resolver.

Y como andaluza en el exilio, me gustaría transmitirles mi admiración por el paso que dieron al meterse en política. Admiro que decidieran convertirse en herramientas de esa nueva política que irremediablemente se estaba construyendo y que hayan dado su vida por esta causa, pero no olviden que no son más que eso: herramientas. Y recuerden que detrás de esa efimeridad humana están millones de personas que tanto en España como en Europa, esperan que nos convirtamos en un ejemplo contra las políticas de austeridad y de una alternativa a la izquierda ante el huracán de la extrema derecha que está arrasando este Occidente en crisis.

DdA, XIV/3467

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