Julián Aceitero Gómez
El escritor y columnista David Torres refiere
en su reciente artículo “Pepe Viyuela, el
circo y los payasos” (1) las acepciones del término payaso recogidas en el diccionario de la Real Academia Española,
pero omite que pueda ser usado también en
sentido peyorativo (2) que es, precisamente, el sentido con el que lo usa
en este artículo. En efecto, el citado escritor asevera en dicho artículo que “desde que un buen número de políticos se ha
metido a payasos, a los payasos no les ha quedado otro remedio que contraatacar
metiéndose en política” y cita, entre los últimos, al actor cómico Pepe
Viyuela, quien figura en la lista de aspirantes a miembros del Consejo
Ciudadano Estatal de PODEMOS liderada
por Iñigo Errejón (3).
Además, el citado escritor no solo afirma que
tanto en el PSOE como en el PP están ya acostumbrados a las payasadas, sino que también recuerda algunas
de las protagonizadas por políticos del último partido citado y alude como
“paridas” a las que que su líder, Mariano Rajoy Brey, comete con frecuencia en sus
intervenciones parlamentarias como Presidente del Gobierno; por ello, el
escritor Torres ve lógico que el actor
cómico Pepe Viyuela pensase que de seguir dicho presidente “a esta marcha, los
payasos se van todos al paro”.
Sin embargo, que el actor Viyuela pensara
aquello es cuestionable no solo porque no existe constancia de que lo hubiese contado
al escritor Torres, sino también por el lapsus
que éste habría cometido al afirmar que es lógico que “…Viyuela pensé, que de seguir el presidente
a esta marcha…”. Y si no fuese un lapsus, que le señala como quien lo
pensara, el citado escritor habría cometido una incorrección gramatical al
redactar la oración recién transcrita, porque es obvio que al sujeto de ésta, Viyuela, no corresponde la primera persona del singular del verbo de la misma, pensé, sino la
tercera persona de éste, es decir, pensó.
En
cualquier caso, el escritor Torres esgrime aquel pensamiento del actor Pepe
Viyuela sin distinguir las payasadas que podría cometer en el supuesto de que
fuera elegido miembro del Consejo Ciudadano Estatal de PODEMOS, de las paridas
o payasadas que el presidente del Gobierno Rajoy comete en sus intervenciones
parlamentarias, es decir, que las trata por igual, lo que indicaría que aparenta que todos los
políticos son iguales, en este caso, de
payasos; y que no mencione ni una de aquellas “paridas” o payasadas
presidenciales, indicaría que las oculta, quizá para impedir que su análisis revele
lo impropio de así considerarlas.
Lo analizado hasta aquí permite concluir que
dicho artículo es un libelo que difama al actor Pepe Viyuela por haber dado el
paso de meterse en política en el seno de PODEMOS.
Tal difamación alcanza su clímax cuando el libelista Torres le cita,
recordémoslo, entre los payasos a quienes
no les ha quedado otro remedio que contraatacar metiéndose en política, y
le atribuye que pensase que si el presidente Rajoy seguía diciendo paridas o payasadas,
los payasos irían todos al paro, porque así sólo cabe inferir que el actor Viyuela
habría dado el paso de meterse en política para prevenir su problema personal de
paro.
PODEMOS plantea la imperiosa necesidad de que un número ingente de
personas participen en política para que la mayoría social se empodere y pueda
así contrarrestar las actuaciones que las castas política, mediática, policial
y judicial, entre otras muchas, ejecutan para que quienes ostentan el poder del
dinero sigan satisfaciendo su insaciable deseo de enriquecimiento a costa del
empobrecimiento de aquella mayoría; y con tal fin se ofrece como una
herramienta para facilitar aquella participación política, de tal modo que a
las personas dispuestas a ello sólo se les exige su rechazo a cualquier forma
de enriquecimiento valiéndose de dicha participación. Así pues, muchas personas
tendrían que haberse planteado participar en política en el seno de dicho
partido.
Como respuesta a tal planteamiento de PODEMOS, quienes ostentan el poder del
dinero han dispuesto que sus castas política, mediática, policial y judicial
escudriñen la vida de las personas que ya practican la política en el seno de
dicho partido en busca de cualquier irregularidad que sea susceptible de venderla
como corrupción, para así cacarearla y aniquilarlas políticamente. Y si las
citadas castas no alcanzan tal objetivo, cuentan con impunidad de facto para perpetrar contra las
mismas personas el principio calumnia,
que algo queda. Probablemente, todas las personas con cualquier actividad
política en el seno de dicho partido han sido víctimas de la respuesta aquí
analizada, porque aquellas castas se afanan por ejecutarla y satisfacer así el
deseo de sus dueños.
Y a todas aquellas víctimas debemos
manifestarles no solo nuestra gratitud, sino también nuestro compromiso de trabajar
con ahínco para que su sufrimiento deje de ser una realidad lo antes posible.
Una consideración aparte merece el efecto
disuasorio o intimidatorio de tal respuesta en quienes hayan barruntado
participar en política en el seno de PODEMOS, porque podría haber sido demoledor.
Sin embargo, que se sepa, aquel efecto ni siquiera ha sido analizado.
Es obvio que el impacto o alcance de la
difamación objeto del libelo del escritor Torres aquí analizado dependerá de en
qué medida los restantes medios de la casta lo divulguen. Y junto al impacto
así alcanzado, deberá ponderarse su efecto disuasorio sobre aquellas personas
que barrunten participar en política en el seno de PODEMOS; este efecto disuasorio o intimidatorio podría ser más
demoledor aún que el causado por aquella respuesta de quienes ostentan el poder
del dinero recién analizada, porque se consigue al difamar a personas que
simplemente se han planteado participar en política si resultaran electos para
ello en el seno de PODEMOS, como podría
ser el caso del actor cómico Pepe Viyuela aquí analizado. Se trataría pues, de
un efecto disuasorio o intimidatorio de carácter preventivo que debería
analizarse no solo para denunciarlo, sino también para tratar de combatirlo.
DdA, XIV/3460
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