El articulista nos recuerda, a propósito del nuevo Bárcenas presenciado en los tribunales, el raro episodio de un falso cura con alzacuellos y todo que asaltó la vivienda del extesorero del Partido Popular con un pistolón del año del pedo y el no menos raro caso de los hasta nueve fallecimientos y un coma cerebral que han entorpecido hasta el día de la fecha la instruccion de la llamada trama Gürtel. Ahora el Bárcenas nos dice que el PP no tenía nada ver con el dinero negro suizo y que los 47 millones de euros era una provisión personal para su fondillo de pensiones. Advertirán quienes hayan escuchado al tal Bárcenas que el tipo se sabe su papel tan de memoria que se diría lo ha ensayado repetidas veces, pues no hay vacilación alguna en su nueva versión, fruto posiblemente de un pacto con Génova. Conviene revisar, ante la misma, lo que consta en las hemerotecas: Rajoy -leemos en Eldiario.es del 17 de enero de 2013- aparece vinculado a Luis
Bárcenas en la documentación interna del Dresdner Bank, el banco de las
cuentas en Suiza donde el extesorero del PP controló al menos 22
millones de euros mientras ocupaba puesto de máxima responsabilidad
sobre el dinero del partido, según la Audiencia Nacional. El informe
está firmado por Info4c,
una compañía suiza que mantiene una base de datos sobre "PEPs":
"Politically exposed persons", es decir, personas de relevancia política
y, por tanto, exposición pública.- Lazarillo
David Torres
Los ingenuos que todavía esperaban que Bárcenas llegara al juicio no con un
ventilador, sino con un molino de viento o con un verdadero helicóptero
de mierda para tirar abajo el gobierno, el PP y lo que hiciera falta, se
han visto decepcionados con el personaje que el ex tesorero ha sacado a
la palestra. Esperaban al coronel Kilgore desayunando napalm por la
mañana, arrasando Génova a base de grabaciones. O bien a un yihadista
económico con un cinturón de cuentas dispuesto a inmolarse llevándose a
medio partido por delante. Sin embargo, se han encontrado con un
pensionista. Un hombre tranquilo que ha aparcado sus diferencias con sus
ex camaradas y que ha decidido plantar una defensa numantina y
solitaria al estilo del último mohicano.
Probablemente los ingenuos hayan olvidado que el 23 de octubre de
2013 un individuo asaltó la casa de Bárcenas, maniató a su esposa, a su
hijo y a su asistenta, y les exigió que le entregaran los dispositivos
donde supuestamente almacenaba la información con la contabilidad del
partido desde 1990. El hombre, disfrazado de cura, con alzacuellos y
todo, se hizo pasar por funcionario de prisiones, iba armado con una
pistola del año del pedo con munición de fogueo. Tras reducirlo y
apresarlo, se descubrió que se trataba de Enrique Olivares García, un
estafador con varios antecedentes policiales y fichado por la Interpol.
No le sirvieron de mucho ni la eximente de perturbación mental ni la de
embriaguez y acabó condenado a 22 años de cárcel. Las balas eran de
fogueo, la sotana era de fogueo y la excusa para entrar era de fogueo,
pero el asalto fue auténtico, tan auténtico que la mujer gritó
aterrorizada y la asistenta tuvo que ser atendida con un ataque de
ansiedad.
Según fuentes policiales, Olivares García era un lobo solitario
que actuaba por su cuenta; llegó a Madrid obsesionado con la idea de
“solucionar los problemas de España”. El incidente parecía una chorrada
estrambótica, sin embargo, puesto sobre el tablero de la Gürtel arrojaba
sombras inquietantes. Había que reconocer que la historia del asalto
sonaba rara, muy rara, casi tan rara como los nueve fallecimientos y el coma cerebral que
han entorpecido la instrucción de la trama Gürtel hasta la fecha. Uno a
uno cada caso tiene su explicación: todos juntos tienen otra. Entre
suicidios, accidentes y defunciones por causa natural, parece que lo
natural para los imputados o relacionados con este pudridero es morirse.
De manera que tampoco es necesario estrujarse mucho la mollera para
concluir por qué Bárcenas ha planteado ahora otro tipo de estrategia.
Una defensa más amable, menos abrupta, una elegante manera de comérsela
doblada entre una tortilla de sinónimos y neologismos. El lunes declaró
que Mariano había cortado la relación con Correa en cuanto el presidente
se enteró, gracias a un empresario amigo, de las actividades ilícitas
en que andaba metido el cabecilla de la Gürtel. El martes volvió a
asegurar que el PP no tenía nada que ver con el dinero negro suizo, que
sólo era un dinerillo que había ido acumulando con el fin de ahorrar
para un fondo de pensiones. 47 millones de euros. El año pasado, tras el
batacazo en las municipales, Mariano dijo: “Hemos pagado un precio muy
alto, altísimo, por el comportamiento de los que considerábamos nuestros
compañeros”. Fin de la cita.
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