En
este nuevo orden mundial que nos están imponiendo (donde tanto tienes,
tanto vales), millones de personas están abocadas a una miseria
absoluta. Como los doscientos activistas de
distintos movimientos populares que se reunieron en Italia
recientemente. Ellos representan a los genuinos parias de la tierra. Son
cartoneros, recicladores de basura, vendedores ambulantes, campesinos
sin tierra, indígenas, desempleados, chaboleros, vecinos de
asentamientos populares... Para el sistema son menos que nada. Una purga
terapéutica, un daño colateral cuyo derecho a una vida digna se
ningunea por un puñado de royalties.
Debatieron sobre las tres
"T": "Trabajo, Techo y Tierra" pero también sobre otras cuestiones
fundamentales como "pueblo y democracia", "degradación medioambiental" o
"refugiados". Hubo muchos participantes y algunos invitados ilustres
como el ex-presidente de Uruguay Pepe Mújica o la filósofa, ecologista y
premio nobel Vandana Shiva.
Uno de los asistentes, en
realidad el anfitrión, expuso su visión de este modelo cada vez
más excluyente y definió un proyecto de vida que rechace el consumismo y
practique la solidaridad. Dirigió las siguientes palabras a los pobres: ¡Rebelaos contra la tiranía del dinero!-
y explicó que existe un terrorismo básico que emana del control del
dinero sobre la tierra y atenta contra toda la humanidad. Un terrorismo
de Estado del que fluyen otro tipo de terrorismos conocidos que, en
realidad, solo enmascaran la tiranía que ejerce el dinero sobre la
humanidad. También les pidió ser solidarios y revitalizar la democracia,
allá donde la hubiera, instando a los movimientos sociales a ser una
alternativa para la vieja política. A no permanecer en el papel de
actores secundarios y tomar las riendas de sus propios destinos.
No se si a estas alturas habrán adivinado quién era este orador al que solo le faltó cantar: ¡En pie famélica legión!... Pues
mira por donde no era miembro de Unidos Podemos. Este discurso radical,
de corte bolivariano que dirían muchos, lo dio el Papa, o ciudadano
Francisco, que dirían otros.
Al bueno de Francisco ya le
andan colgando el sambenito de perro-flauta amigo de populistas. Es lo
que tiene intentar guardar un mínimo de coherencia con lo que predicaba
el hijo de su jefe. Eso de militar junto a los más pobres y desamparados
incomoda a la corte farisea. Por decir mucho menos han crucificado a
alguno. Y es que los poderosos han utilizado las religiones para
amedrentar a las masas explotadas. No para redimirlas de sus lamentables
circunstancias. Un miedo que han usado con maestría y que, el propio
Francisco, dice que debemos conjurar para poder explorar una sociedad
más libre y feliz.
A mí me cae bien este argentino. Aunque a
veces te salga con alguna jaimitada, a rasgos generales me parece un
buen tipo. Es verdad que soy atea hasta la médula. Pero es posible que
él también lo sea. Puede que, en algún momento de plena consciencia, se
haya dado cuenta que no existe dios que pueda permitir tanto
sufrimiento, tanta inhumana injusticia. Puede que, asumiendo la
responsabilidad de su cargo, deba fingir que existe una explicación
divina, una interpretación válida a esos renglones torcidos que no sea
la más obvia: que su autor, de existir, tiene una mente sádica y
desequilibrada. Tiene que ser difícil confiar en que haya una justicia
sobrenatural para quienes padecen la injusticia humana. Mucho más
predicar a los pobres que se resignen y esperen una compensación en el
cielo.
¡Rebelaos contra la tiranía del dinero!- dice Francisco.- ¡Organizaos políticamente para cambiar el presente y el futuro! ¡Venced el miedo! Nunca imaginé
que un Papa y servidora pudiéramos estar en tanta sintonía. Pero, aún y
con eso, no me resisto a meter una última estrofa: "Ni en dioses reyes ni tribunos, está el supremo salvador. Realicemos nosotros mismos el esfuerzo redentor.".
DdA, XIII/3409
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