Lazarillo
Escucho y veo el mensaje que una abuela de Podemos le dirige a Pablo Iglesias, basado únicamente en la confianza y esperanza que el nuevo partido despertó en su día en esta mujer y su marido. Se llama Teresa Torres y tiene 76 años. Nació, por lo tanto, un año después de terminada la Guerra de España, por lo que su niñez discurrió en plena y dura posguerra, el periodo posiblemente más duro de la historia de este país en el siglo XX. Un mensaje suscrito por una mujer con esa trayectoria, en el que le viene a decir al sacretario general que se dejen de pugnas internas y vaya el partido al grano, esto es, a trabajar por la voz y dignidad de esos cinco millones de votantes a los que representa, no podía quedar sin respuesta por parte de Iglesias, pues nos consta la sensibilidad e inteligencia del líder de Podemos ante el criterio y experiencia de los mayores. Desconozco qué contestación le daría Errejón a Teresa, pero estoy por asegurar que no podría ser otra que la de pedir perdón por lo que está pasando, tal como ha hecho su secretario general. Es más, a mi juicio creo que después de la respuesta de Pablo Iglesias a Teresa Torres, Íñigo Errejón estaría obligado por lo que le compete a hacer lo propio, sin necesidad de recibir esa llamada de atención por parte de Teresa. Si no lo hiciera, pedir perdón, su silencio haría notar su culpa y la de algunos de los suyos, así como las dificultades para una avenencia entre las partes en conflicto. El manifiesto del abrazo que han hecho público ayer las bases de Podemos está pendiente, por ahora, de la palabra perdón en la voz de su secretario político.
DdA, XIII/3425
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