Félix Población
Como no hay otro asunto
informativo del que hablar en un par de días, los discursos del rey en
Nochebuena -antes con su padre y ahora con Felipe VI- suelen acaparar las
portadas y un desmesurado tratamiento noticioso en los medios. Desde hace una década,
estos discursos han ido decreciendo en audiencia hasta veinte puntos, pues poco
se puede esperar de la retórica baladí y el contenido estereotipado de tales disertaciones.
(El de este año ha sido el menos visto de la historia).En Cataluña, la TV3 relegó las palabras del monarca a su canal
informativo. ¿Alguien se podría imaginar una actitud similar en RTVE? ¿No quedamos en que Cataluña es España? ¿Por
qué entonces Cataluña tiene la facultad de relegar así el discurso del
soberano?
Pero no era de la envidia sana que me da Cataluña de lo que quería hablar, sino de los familiares de Enrique Horcajuelo, a los que sin duda
habrán llegado algunos de los conceptos vertidos por Felipe VI en su mensaje
navideño. Desde finales del 2015, Enriqueta Horcajuelo, su esposo, hijos y
nietos están solicitando permiso al Ayuntamiento de Talavera de la Reina para
exhumar los restos de Enrique Horcajuelo, fusilado en 1942 por el régimen franquista. Su
lucha se ha convertido en una de las muchas batallas que se están llevando a
cabo en España por hacer cumplir la Ley de Memoria Histórica. Su propósito no
es otro que “dignificar su nombre, exhumar sus restos, que están muy
localizados, y darle un entierro digno, como es de justicia”.
En una noche llamada a exponer
un mensaje de fraternidad entre los ciudadanos de este país, quien ocupa la
Jefatura del Estado después de la abdicación de su padre, que sucedió en la misma al dictador por
decisión personal de éste, tuvo la desfachatez de aludir indirectamente a lo
que algunos dirigentes del partido actualmente en el gobierno vienen manteniendo respecto a
la la llamada Ley de Memoria Histórica aprobada hace nueve años por el gobierno de Zapatero: ya saben, lo de agitar viejos rencores y abrir heridas cerradas.
Si Felipe VI considera que la recuperación
de los restos de más de cien mil desaparecidos, asesinados y enterrados
como alimañas por la dictadura en fosas y cunetas a lo largo del país, es
agitar viejos rencores o abrir heridas cerradas, el actual Jefe de Estado es
indigno de ocupar ese cargo en un país democrático. Tal como sostiene la
Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, eso es una
declaración política contraria a los derechos de las víctimas del franquismo,
impropia de un Jefe del Estado no electo y que tiene el deber de representar a
toda la sociedad.
La citada asociación ha pedido a la Defensora
del Pueblo que intervenga a tal efecto para señalar los límites de interpretación
política del monarca y sus intervenciones no puedan contradecir la protección
de los derechos humanos. En los próximos días llegarán al despacho del rey los informes de la ONU relativos a las víctimas de la dictadura franquista, así
como los de la Convención Internacional para la Protección de Todas las
Personas contra las Desapariciones Forzadas. Esos informes, publicados en 2014, recomiendan a las instituciones españolas la protección de las víctimas
de la dictadura, la atención a sus derechos y el cuidado que merecen por parte
de las instituciones de un Estado democrático.
Que no haya
sido así en el discurso de Navidad del Jefe del Estado, donde se ha venido a
interpretar que la posibilidad de dar sepultura digna a 114.226 seres queridos
equivale a agitar viejos rencores y abrir heridas cerradas, dejaría a Felipe VI a
la altura de la peor memoria de sus ascendientes si no pide perdón por ello.
DdA, XIII/3423
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