¡Madre
mía! En mi tierra se suele decir: "de bodas, bodicas". Es decir, que
los invitados a una boda pueden encontrar allí su media naranja. Ligar
en una boda es una posibilidad. Lo que ya no suele ser tan normal es que
gran parte de los convidados, incluido el paganini del evento, acaben
reuniéndose, años después, en un juzgado. Y no para asistir a otra boda,
esta vez civil y con menos pompa. Si no para responder ante la justicia
por formar parte de la trama corrupta más enmarañada de nuestra, ya de
por sí, corrupta historia.
Hablo,
como no, de los acusados por la Gürtel, cuya lista se superpone casi
como un calco a la lista de invitados a la boda de la hija de Aznar.
Solo se echa de menos al padre de la novia. Que digo yo que sería
interesante que explicara su entrañable amistad con el señor "Bigotes" y
toda esa panda de empresarios, facilitadores y políticos marrulleros.
Más que nada por haber sido presidente del gobierno y
seguir considerándose el gurú ideológico de la derecha mega neocón.
Pero
esto es España y ya decía Fraga que era diferente. Aquí el realismo
mágico toma otra dimensión. Yo lo llamaría surrealismo trilero. Aquí
solo se emplea la magia para timar al personal. Por arte de magia, tres
importantes juicios se han sincronizado para coincidir en el tiempo. El
de la Gürtel, el de las Black y el de las víctimas del franquismo. Un
caso solapa a otro y así sucesivamente. Un truco de ilusionista
aficionado pero que funciona. Porque el público recibe una sobredosis de
información que altera su nivel de consciencia.
Carecemos
de capacidad de asimilar, de forma simultánea, tanto cinismo y
desprecio por la ciudadanía. Escenas para la memoria como esa cola de
"investigados" a las puertas de la Audiencia con caras archi-conocidas y
algunas ausencias. O ese Spottorno acuciando a las fuerzas del orden
para que echen a los vociferantes preferentistas. Orden a la que, ante
su regio estupor, los agentes se negaron alegando algo que era conocido
como "libertad de expresión".
¿Y
qué me dicen del relamido del "Bigotes", rememorando un duelo al sol
con un preferentista jubilado que le llamó chorizo?. Desafiándole a lo
Cary Grant parapetado tras unas gafas de marca. Lo que en el barrio
zaragozano de "El Gancho" entendemos por un chulo macarra, vaya.
Y
lo más surrealista de estos tres juicios, aunque los asuntos no tengan
nada en común a priori, es que muchos de sus protagonistas podrían ser
intercambiables en los banquillos. Porque la diferencia de España es
que aún es un cortijo.
Por otro lado, el PSOE me trae a la memoria al escuadrón suicida de La vida de Brian.
Una autoinmolación que deja a la izquierda desmembrada a los pies de
los caballos. Unidos Podemos no gana nada con este absurdo sacrificio.
Las trabajadoras y trabajadores que esperamos un cambio social y más
justicia, tampoco. Los únicos que salen ganando son, aparte de la
espiritiflaútica banda de Mariano, los de siempre. Los poderosos.
Y
no hablo de una entelequia conspiranoica. Las multinacionales que
compiten a fuerza de la explotación laboral más despiadada deben estar
frotándose las manos. Al final, en España todo sigue atado y bien atado.
Y las perspectivas son que el nuevo gobierno no pondrá trabas en dar
una vuelta de tuerca a la argolla que nos han puesto en el cuello. El
gran Houdini no hubiera tenido nada que hacer con Franco. Paquito sí que
sabía hacer nudos. Podemos dar buena fe de ello.
Una
boda, tres juicios... ¡Ah! y el funeral, por si no se han
percatado todavía, es el nuestro. Al menos el de nuestros derechos
laborales y sociales. ¡Qué la tierra nos sea leve!... porque nos van a
crujir.
Así está la
cosa de momento. Berlanga podría crear una saga interminable y sus
protagonistas bordarían el esperpento nacional. Dicen que en la boda de
Anita Aznar, entre los gritos de ¡Vivan los novios! se escuchaba un coro
que voceaba: ¡Viva el Mal, viva el Capital!
¿Se imaginan la escena? Lo malo es que sí. Que para este pueblo, el surrealismo chafardero, es la cotidianidad.
DdA, XIII/3354
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