
Teresa Rodríguez, secretaria general de Podemos Andalucía, en una imagen de archivo. / Raúl Caro (Efe)
Para Juan García, Prometeo liberado.
La
conozco desde que era joven. En algunos momentos hemos trabajado
juntos; luego he seguido su trayectoria sindical y política con respeto y
admiración. Debo confesar que su recorrido como secretaria de Podemos y
portavoz en el Parlamento de Andalucía me ha sorprendido. No esperaba
tanta determinación, firmeza y claridad de ideas y, sobre todo,
valentía, una inmensa valentía frente a un gobierno que es algo más que
un gobierno, es un régimen y que, como hemos visto recientemente,
determina, también, los destinos del PSOE.
Las trayectorias de Teresa Rodríguez y Susana Díaz
dan mucho que pensar. Quiero partir de una anécdota que sucedió en un
barrio de Mairena del Aljarafe (Sevilla) que votaba masivamente al PSOE.
Era el momento del ‘asunto Juan Guerra‘, el hermano
del, en aquel momento, vicepresidente del gobierno español. En un bar se
discutía acaloradamente sobre las corruptelas y todo lo demás que iba
apareciendo en el gobierno del PSOE. Tras muchas argumentaciones, una
persona dijo algo que me golpeó: “Hasta ahora, siempre los que han
gobernado se lo han llevado todo. Ahora nos toca a nosotros, también
nosotros —lo enfatizó con fuerza— tenemos derecho”. Lo que no terminó de
decir es que tenían derecho a lucrarse por el ejercicio de un cargo
público.
En la lucha social, en el conflicto político, los
actores, las personas concretas de carne y hueso, lo protagonizan desde
diversas perspectivas y aspiraciones; unos luchan por mejorar su
situación y ascender socialmente, intentando ser como ellos,
como los que mandan y organizan la sociedad; otras, luchan, combaten —y
casi siempre pierden— para cambiar la sociedad, por romper las
jerarquías sociales y avanzar hacia la emancipación. Ambas figuras
coexisten muchas veces en las mismas organizaciones y libran batallas
especialmente duras; el sistema no es ajeno, nunca es ajeno a ellas. El
partido obrero no es neutral, sino que pretende unificar las distintas
experiencias, expectativas y motivaciones en un proyecto de
transformación social en un sentido igualitario y socialista. A esto se
le ha llamado históricamente conciencia de clase.
Susana Díaz y
Teresa Rodríguez reflejan estos modos de participar e intervenir en el
conflicto político. La inquina, el desprecio y la soberbia con que
Susana Díaz trata a Teresa Rodríguez tiene mucho que ver con lo que ésta
simboliza y expresa: una dirigente que sigue apostando por las clases
trabajadoras y enfrentándose ejemplarmente con los que mandan y no se
presentan a las elecciones. La presidenta andaluza ve en ella no solo
una adversaria a batir, sino una persona que le recuerda cada día que se
puede seguir luchando por los de abajo desde convicciones profundas,
desde un proyecto concreto, posible, solvente y alternativo a las
políticas dominantes en Andalucía. Teresa Rodríguez es la mala
conciencia de una secretaria del socialismo del sur que se ha convertido
en clase política y en aliada estratégica de los grupos de poder
económicos.
En la segunda Asamblea andaluza de Podemos acompañaré a
Teresa Rodríguez. Lo haremos muchas y muchos para construir una
alternativa con voluntad de gobierno, con vocación de mayoría, desde una
estrategia nacional-popular que valorice y ponga en su centro a las
personas, a las clases trabajadoras, a las y los jóvenes, a nuestros
agricultores y jornaleros, a los hombres y mujeres que crean la riqueza
del país y que necesitan futuro y dignidad. Acumular fuerza política,
fuerza social, fuerza cultural para construir un nuevo sujeto
democrático-plebeyo que sea el motor de un nuevo proyecto para
Andalucía. No será fácil pero la tarea merece la pena.
Cuarto Poder DdA, XIII/3356
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