Podemos debe analizar con cuidado su
situación. Conviene su precaución porque se está insistiendo con razón
en la falta que hace el PSOE, pero no se insiste lo suficiente en la
falta que hace Podemos en esta democracia de inercias y castas.
Enrique del Teso
La Voz de Asturias
La semana empezó bien en
análisis político. La federación socialista andaluza, la catalana y la
vasca habían dicho lo que había que hacer y cuánto había que abstenerse.
Todo se movía y nadie se acordaba de la Gestora y su presidente. Así
que Félix de Azúa abrió la semana compartiéndonos su placidez por ver a
Javier Fernández a los mandos y recordando a España entera que Fernández
preside una comunidad autónoma de lo más cuco. Ver a un asturiano al
mando ya da sosiego, dice. Añade que los asturianos no queremos imponer
el bable a los españoles, ni hacemos de la gaita un instrumento de
tortura.
Por eso digo que la semana empezó bien en análisis, porque
nada anima más que un puñado de verdades bien elegidas. Cuando salimos
de Asturias, vemos cuánta razón tiene Azúa. A todos nos dan las gracias
en las calles de Valladolid o Santander por no ir tocando la gaita. Y
quién no recibió en Madrid o Cuenca apretones de manos emocionados por
marcharnos sin haberles impuesto el bable. Claro que damos sosiego.
Javier Fernández, mandando lo que mandan los mandones, trajo la paz y la
moderación. Y puestos a decir verdades, Azúa nos deja recordando que
Javier Fernández, y no Podemos, es el que va a exigir que los ladrones
devuelvan lo robado y que se acabe con cacicazgos, aforamientos y
chiringuitos públicos inútiles. Precisamente el PSOE de Asturias,
precisamente la brigada Fernández-Areces, es quien va a acabar con el
clientelismo, el despilfarro y la impunidad de los corruptos. Es que
somos una comunidad de lo más cuco.
Javier Fernández dice que el edificio socialista está para
precintar con cintas de esas de plástico y para poner carteles de
advertencia porque amenaza derrumbe, pero que aún conservan el solar,
que hay donde construir. El solar, sin embargo, también se agrieta. El
daño de la brutalidad de González y Cebrián es profundo. Es evidente el
sálvese quien pueda y que la investidura de Rajoy amenaza con
convertirse en un vodevil socialista, con diputados haciéndose los
disconformes votando que no y diputados absteniéndose como el Jack el
Destripador de Gila, coloraos coloraos, o aún peor ausentándose de la
sesión para tener «un gesto». Susana Díaz manifestará al partido con
rubor impostado que se haga en ella según su palabra. Pero el PSOE será
lo que dijo Fernández: un solar. Y lo que no dijo Fernández: un solar
con grietas que se ensanchan.
Y entonces, para que no falte nada que confunda aún más a la
gente y enrede aún más el debate, Cebrián y González, pasado perfecto,
van a la Autónoma a hablar del futuro y se encuentran con rugidos y
alaridos prolongados que les impiden hablar. Y aquí empieza la consabida
sarta de despropósitos que consiste en encadenar obviedades con
desvaríos, para llegar desde lo indiscutible hasta el disparate. Que se
proteste ante Cebrián y González de manera visible y hasta ruidosa es
saludable. Como todo el que incide en la vida pública, sus actos son
controvertidos y son lógicos los pronunciamientos templados y
destemplados en apoyo y disconformidad. Digo que es saludable, porque lo
insano sería aceptarles el estatus particular de intocables al que
ellos parecen aspirar. Evidentemente, que se les impida hablar, por
censura de una autoridad o porque lo reprima físicamente una multitud es
siempre una mala noticia. Incluso quienes creemos que los personajes
merecen pronunciamientos colectivos de rechazo no tenemos ningún motivo
para sonreír porque el debate o las consignas de protesta se reduzcan a
onomatopeyas y alaridos. Las cabezas encapuchadas son siniestras si se
trataba de amenazar, y si no, y más probablemente, son la sandez de una
pose de cómic de mentes en evidente estado de floración incipiente. Si
tenía algo bueno la protesta contra González y Cebrián, se esfumó cuando
el efecto final fue que no pudieran hablar, porque mala cosa es que tus
razones sean el silencio forzado del oponente. Hasta aquí lo
indiscutible y lo que es obvio en la convivencia. A partir de aquí,
empieza el cinismo y el disparate, el oportunismo burdo y la cortina de
humo.
Lo siguiente a la agresión es la sobreactuación de los
agredidos. En la narración de los hechos del primer momento en la cadena
SER algunas palabras chisporroteaban como esas sacudidas eléctricas que
a veces provocan los pájaros en los cables: se oyeron expresiones como
ETA, encapuchados, violencia, ataques, Navarra y, claro, Podemos. Y no,
no era aquello que tuvo tan en vilo durante tanto tiempo a España.
Impedir la libertad de expresión es siempre un borrón, pero no es
terrorismo. Y ninguna de las críticas que se quiera hacer a Podemos es
aceptable si se mezcla en la misma frase su nombre y el de ETA. El
editorial de El País saca a relucir a Unamuno, a Tomás y Valiente, a la
Pasionaria y hasta el No Pasarán. Tampoco. Cebrián y González tienen
derecho a hablar y decir lo que les plazca y a impugnar a quienes se lo
impidan, pero es simplemente ridículo que se hagan los Unamunos o los
resistentes del No Pasarán. Y por supuesto no puede faltar una noble
tradición de la política española, que es la instrumentalización zafia
de cualquier violencia, de alta o baja intensidad. El PP pasó años
aprovechando cada muerte de ETA para echársela a Zapatero. Cómo no
aprovechar esta algarada para echársela a Podemos. Es tradición.
Al final, la sobreactuación, sea esta el desmayo porque se
rompió una farola en una manifestación o equiparar la agresión a Cebrián
con la de Unamuno, pretende siempre la cortina de humo, distraer del
verdadero problema. Es Cebrián quien demandó ya a tres medios de
comunicación por publicar verdades de interés público que le atañen a
él. Son González y Cebrián quienes comparten oscuros intereses
empresariales. Son sus oscuros intereses los que les hicieron urdir la
conspiración para evitar que Pedro Sánchez acercara a Podemos al poder.
No buscaban impedir unas nuevas elecciones. Buscaban que impedir que
Sánchez formara gobierno con Podemos como socio preferente, porque ellos
conspiran para que no gobierne en España quienes no les conviene.
Ellos, manejando como en toda conspiración debilidades dispersas y
ambiciones heterogéneas para alinearlas en un fin conjunto, convirtieron
al PSOE en un solar. Ese es el nudo político del asunto. El
desafortunado incidente de la Autónoma es marginal.
En todo caso, Podemos debe analizar con cuidado su
situación. Conviene su precaución porque se está insistiendo con razón
en la falta que hace el PSOE, pero no se insiste lo suficiente en la
falta que hace Podemos en esta democracia de inercias y castas. El solar
está libre por desmoronamiento de quienes lo habitaban. Pero Podemos
debe anotar dos hechos. Este desmoronamiento es la primera circunstancia
en mucho tiempo que demostró que el PSOE sí tiene bases con ideas y
tendencia definidas. La placidez de las federaciones socialistas donde
campa la corrupción suscitaba la pregunta de si en el PSOE habría algo
más que cargos y clientes, o si había una base que se callaba por no
dañar lo que después de todo era un instrumento, que era el partido.
Esta resistencia al sainete de sus dirigentes muestra que sí hay bases y
que Podemos tiene que ganarse el respeto del solar. Tienen que empezar a
plantear ya iniciativas reconocibles en el Parlamento, que muestren
proyectos e impulso de cambio. Las tienen y tienen que empezar a oírse y
no quedarse en puños en alto y consignas contundentes. El otro hecho es
que ese solar es como el anillo de Sauron: quiere estar habitado.
Susana Díaz sólo lo agrietará más. Pero un liderazgo respetado e
inesperado, y pienso en Borrell, clavaría la corrupción del PP en sus
carnes como un puñal y la onda haría temblar las paredes de PRISA, pero
también las de Podemos. Curiosamente, un líder socialista que no sea
anti Podemos pondría como nadie a prueba su consistencia. Y Podemos
haría bien en estar preparado, porque en la política española, como en
el barrio de Arsénico por compasión, cualquier cosa puede ocurrir y ocurre con frecuencia.
DdA, XIII/3367
No hay comentarios:
Publicar un comentario