Félix Población
Ayer había
menos militantes y simpatizantes del PSOE ante la sede del partido en Madrid.
La reunión del comité federal para decidir lo ya decidido por la comisión
traidora derivada del golpe de régimen contra Pedro Sánchez, tenía por objeto acordar
la abstención para que en el Congreso se hiciera posible en segunda votación la
investidura de Rajoy y un nuevo gobierno de la derecha.
El resultado se saldó
con 139 votos a favor y 96 en pro del no decidido por el comité federal hace
unos meses, en concordancia con el programa electoral del Partido Socialista.
El presidente de la comisión ha dicho que ese resultado es un mandatoimperativo para todos los diputados del PSOE, por lo que en principio no se
espera que se resuelva el asunto con las once abstenciones que se requieren
para que la investidura se cumpla.
Esta sería una abstención que llaman técnica:
logrando el mismo fin -un nuevo gobierno del Partido Popular con algunas
migajas para Ciudadanos-, permitiría al menos
que quienes votaron no en conciencia antes y quienes siguen votando no
ahora no quedaran ante sus electores como falsarios. Pero
como por medio está lo determinado ayer por el comité federal, tal parece que esta decisión primara ahora como algo absolutamente democrático,
olvidando que es consecuencia de una
estrategia sucia y antidemocrática cocida por los adversarios de quien como
secretario general del PSOE pretendió lograr un gobierno progresista
alternativo al del PP.
Se lo escuché ayer a algunos de los que mantienen la
palabra dada a favor del no: que lo dispuesto por el comité federal ahora obedece a una decisión democrática y, por lo tanto, habrá que resolverlo en el
Congreso del mejor modo posible para que la fractura no se haga más grave entre los
abstencionistas y los partidarios del no.
La cosa tiene mal arreglo, por
aquello de que mal acaba lo que mal empieza, pero tengo la impresión de que el
titular de la jornada de ayer lo escribió ante la sede un militante o
simpatizante de avanzada edad del Partido Socialista cuando gritaba bajo la
lluvia con ostensible indignación: ¡Basta ya de tanto engaño, socialistas de pegatina!
Si el curioso
lector escuchó las constructivas e interesantes respuestas de Josep
Borrell en El Objetivo, podría desprenderse de su fondo parecido diagnóstico.
Sobre todo cuando se mostró a favor de la consulta a los militantes, porque el
representante no puede hacer caso omiso a lo que quieren los representados. Al
alcalde socialista de Jun, que logró más de 93.000 firmas de militantes socialistas para
que se celebren unas primarias y un congreso extraordinario del PSOE, no se le
puede colgar el teléfono en la sede de Ferraz cuando pretendía certificar en la
casa central de los militantes la voz de los militantes.
DdA, XIII/3369
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