Lo mejor que puede hacer ahora Podemos es tratar de no repetir
los errores de sus mayores y, haciendo de Peter Pan o del Capitan
Garfio, con menos insolencia gratuita, menos bilis y más pedagogía,
subir la moral de los ciudadanos, y conseguir que volvamos a confiar de
nuevo en la democracia, en las elecciones y hasta en la izquierda.
Jaime Poncela
A un servidor Podemos nunca le ha dado miedo, pero
tampoco ha sentido por ese partido más cariño que el que siente por su
perro. Puestos a elegir prefiero pasear con el perro que con Pablo
Iglesias. A lo sumo Podemos me produjo curiosidad y una cierta sensación
de que entraba aire fresco por alguna ventana mal cerrada de ese
caserón decimonónico del Congreso, que exhibe leones en la puerta y
mantiene ujieres vestidos con librea que huele a naftalina, eficientes
empleados dedicados a atender a los nuevos señoritos de este cortijo
llamado España. Podemos fue la mascota de los cabreados, el león
rugiente salido de la selva del capitalismo caníbal (no sé si es posible
que haya otro) y que se negaba a pasar por el zoo para ser exhibido
como la muestra de una especie extinguida. El león podemita exhibía una
melena amenazadora y profética y castigaba con sentencias de una
apabullante e insufrible superioridad moral lo mismo a los millonarios
de manual que a los obreros tibios o indiferentes que aún añoran a
Felipe González vestido de pana. A Iglesias siempre le ha gustado el
Apocalipsis: “por no ser ni frío ni caliente te vomitaré de mi boca”.
Esta soberbia moral de Podemos, esta prepotencia
intelectual siempre me ha producido enorme cansancio porque me recuerda a
ciertos catequistas y meapilas de mi infancia que aseguraban llevar en
el bolsillo las llaves del cielo y del infierno y vendían baratos los
planos para llegar a cada uno de esos destinos. Así que la bronca de
días pasados entre Errejón e Iglesias sobre si conviene hacer de
Caperucita o del Lobo Feroz para ganar elecciones, me parece ociosa
porque la suerte ya está echada. Podemos camina a pasos agigantados
hacia su conversión en un partido más de la vieja y odiada política que
ha protagonizado actuaciones tan destacables como la del Ayuntamiento de
Gijón, de gloriosa memoria. Serán un partido más, aunque pueden ser si
quieren un partido mejor. Ellos dijeron que siempre serían diferentes,
alternativos, nuevos, pero como canta Serrat “nunca es triste la verdad,
lo que no tiene es remedio”.
La podredumbre del PP y el ruido que producen los
trabajos de desguace y desescombro del PSOE, han sofocado los debates
internos de Podemos y hasta lo mismo acaban por convertir a esta
organización unida a IU como los únicos referentes para los votantes de
la izquierda. Podemos ya es uno más del Sistema, ya no puede jugar al
escondite, a estar en la procesión y repicando; ya ha superado la
adolescencia, el tiempo de las perretas y los pataleos, y forma parte de
las instituciones impuras e imperfectas que ha prometido reformar desde
dentro. Lo mejor que puede hacer ahora Podemos es tratar de no repetir
los errores de sus mayores y, haciendo de Peter Pan o del Capitan
Garfio, con menos insolencia gratuita, menos bilis y más pedagogía,
subir la moral de los ciudadanos, y conseguir que volvamos a confiar de
nuevo en la democracia, en las elecciones y hasta en la izquierda. A
veces hacerse mayor y aceptarlo no es tan malo.
Artículos de Saldo DdA, XIII/3350
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