lunes, 12 de septiembre de 2016

SE ESTÁ REPRIMIENDO NUESTRA CAPACIDAD DE PENSAR

Ana Cuevas

 Pensar trae consecuencias. Su ejercicio no ha sido una actividad bien vista . Hoy está en peligro de extinción. Resulta significativo que entre los crímenes de lesa humanidad figura la persecución ideológica y política”. (Marcos Roitman)

Si existe algo que ponga de los nervios al poder es la posibilidad de que a las masas les pueda dar por pensar. Pensar es un acto subversivo en sí mismo puesto que cuestiona las verdades oficiales y aplica un foco crítico a los acontecimientos para aprender a leer entre líneas. Por eso  al establishment no le mola nada y pone todo su empeño en idiotizarnos. Tarea, por otro lado, que lleva a cabo con una eficacia supina. Hay dos esferas sociales que deben ser controladas para erradicar el germen del pensamiento crítico:
Educación y medios de comunicación. En la primera, las sucesivas reformas han despreciado asignaturas como la filosofía pero han seguido manteniendo en las aulas la religión. Los alumnos y alumnas no sabrán quién era Platón ni tendrán acceso a sus ideas sobre la utopía pero, a cambio, se les instruirá acerca de unos seres sobrenaturales que rigen mágicamente nuestros destinos.
¿Saben? La mayor bofetada (y me llevé unas cuantas) que recibí en mi infancia me la dio una monjita de la escuela por pensar. Debía tener unos ocho años y la explicación del "tres en uno" de la santísima trinidad no acababa de cuadrarme. Ante mi insistencia, la sor resolvió todas las dudas aplicándome un esclarecedor guantazo que extirpó de cuajo mi irreverente racionalidad. 
Si desde pequeños nos cercenan la capacidad de analizar, entender u organizar como se producen los acontecimientos que pretenden interpretar y representar al mundo, nos convierten en poco menos que un pokemon. Sin pensamiento crítico estamos indefensos frente a las opiniones o afirmaciones que quieren imponernos como verdaderas. Pensar subvierte el orden y cuestiona el status quo. Es peligroso que cunda el ejemplo.
El control de los medios de comunicación es, por ello, también imprescindible. Antes se trataba de aplicar directamente la censura. Secuestrar una edición o cerrar un periódico o una emisora que discrepaban de las versiones oficiales solía bastar. Ahora la élite ha comprendido que lo mejor es comprar directamente a los medios. Ser los dueños y, como ha sucedido con la última reata de despidos en El País o en la Ser, quitarse de en medio a los periodistas tocapelotas.
Se recrea la fantasía de que participamos de una democracia con derechos y libertades. Pero en realidad se está reprimiendo deliberadamente nuestra capacidad de pensar. Y además se nos amordaza. Para que no llenemos de "pajaricos" las neuronas ajenas. A ver si la gente le va a dar al coco y se les acabó el negocio.
A escala planetaria vemos como las nuevas tecnologías en drones y armamento de última generación se utilizan para imponer las verdades imperiales. El odio y la muerte se alzan sobre la razón y el entendimiento. Eso sí, ahora matamos con unos artefactos de primera. Dignos de nuestra refinada civilización. Siempre la fuerza y la mentira al servicio de oscuros intereses amparados por versiones convenientes. Como asolar un país para buscar armas de destrucción masiva. De aquellos barros vienen muchos de los actuales lodos.
Pensar, y sobre todo difundir esa necesidad social de animar el pensamiento crítico, es considerado subversivo porque muestra al poder desnudo y expone sus vergüenzas. Sus miserias. Sus asquerosas mentiras en chancletas.
El proceso de deshumanización avanza. Nos quieren tontos y manipulables. De momento no ponemos demasiada resistencia. El libro más vendido ha sido el de Belén Esteban. Nuestra estulticia les engorda la buchaca.
¡Sean subversivos! Piensen sobre esto.

DdA, XIII/3361

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