Al inicio de la programación de la nueva temporada en TVE, el espacio de teórico debate político Los Desayunos, que se emite a través de La 1, se abrió el pasado lunes con un pleno de opinólogos de la misma empresa mediática, fiel al dictado del gobierno de don Mariano el Simple, al que acaso mejor le vendría el calificativo de fulero.
Tanto Bietio Rubido, director de ABC, como Edurne Uriarte -columnista del mismo periódico y exesposa del ministro Wert- y Alberto Surio, jefe de opinión de El Diario Vasco, pertenecen al grupo Vocento, por lo que su presencia en los estudios de TVE en Bilbao tuvo como objeto hacer de servicio de prensa y propaganda al Partido Popular ante las elecciones vascas.
Con semejante espectáculo, propio del viejo régimen anterior al vigente y ya caduco del 78, es como si la dirección de la corporación pública pretendiese cebar el voto minoritario y estable del PP en ese país, sin importarle lo más mínimo el insultante grado de provocación manifiesta que eso comporta para el resto de la ciudadanía. Si se tiene en cuenta, además, que la materia de debate fueron los comicios vascos y la celebración de la Diada en Cataluña, obvio resulta suponer la entidad del frente españolista conformado por los tres periodistas afines a la gaviota genovesa.
Presagiar que nos pueden sobrevenir otros cuatro años sufriendo la misma televisión pública debería bastar para que un gobierno alternativo fuera posible, pero para eso sería necesario que tanto en Cataluña como en el País Vasco y en Madrid no primara la necedad de los nacionalismos exacerbados ni las líneas rojas incuestionables sobre un sentido social y solidario del Estado, que tuviera como primer objetivo la recuperación de los derechos sociales y las libertades civiles recortados durante los últimos años.
Tanto Bietio Rubido, director de ABC, como Edurne Uriarte -columnista del mismo periódico y exesposa del ministro Wert- y Alberto Surio, jefe de opinión de El Diario Vasco, pertenecen al grupo Vocento, por lo que su presencia en los estudios de TVE en Bilbao tuvo como objeto hacer de servicio de prensa y propaganda al Partido Popular ante las elecciones vascas.
Con semejante espectáculo, propio del viejo régimen anterior al vigente y ya caduco del 78, es como si la dirección de la corporación pública pretendiese cebar el voto minoritario y estable del PP en ese país, sin importarle lo más mínimo el insultante grado de provocación manifiesta que eso comporta para el resto de la ciudadanía. Si se tiene en cuenta, además, que la materia de debate fueron los comicios vascos y la celebración de la Diada en Cataluña, obvio resulta suponer la entidad del frente españolista conformado por los tres periodistas afines a la gaviota genovesa.
Presagiar que nos pueden sobrevenir otros cuatro años sufriendo la misma televisión pública debería bastar para que un gobierno alternativo fuera posible, pero para eso sería necesario que tanto en Cataluña como en el País Vasco y en Madrid no primara la necedad de los nacionalismos exacerbados ni las líneas rojas incuestionables sobre un sentido social y solidario del Estado, que tuviera como primer objetivo la recuperación de los derechos sociales y las libertades civiles recortados durante los últimos años.
DdA, XIII/3362
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