Félix Población
Parece como si determinados
medios no pudieran sostener el interés de sus páginas sin referirse al líder de
Podemos, siempre que sea para mal, por supuesto. Los mismos que antes
disparaban contra el partido morado por considerar que su nacimiento, desarrollo
y éxito electoral se debían a las plataformas mediáticas de los platós, ahora lo hacen contra el silencio informativo en que se ha sumido Pablo Iglesias tras
los resultados de las últimas elecciones generales.
Hubo algunos gacetilleros
que dieron por supuesto que Iglesias se encontraba deprimido, esto es, abatido
y triste, como si pretendieran con ello fabricar la teoría de que la
personalidad política más dinámica y que más ha conmocionado la vida pública en España en los
últimos años se hubiera quebrado con un repentino golpe de melancolía ante el
revés de los pasados comicios, o sea, la pérdida de un millón y pico de votos.
Pero como para esa información los correveidiles falsarios carecían de datos
probatorios, han juntado a ese bulo, una vez más, la contumaz e insidiosa sombra de la división en el interior de Unidos Podemos, esta vez entre Íñigo Errejón y el
líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, al que se uniría Irene Montero en la
estrategia de mantener una actitud inmovilista mientras la derecha y el PSOE no se
aclaren. Errejón, al parecer, sería partidario de promover iniciativas
legislativas, en contra de la opinión de Iglesias, y de seguir intentando la
posibilidad de un acuerdo con Pedro Sánchez Pérez-Castejón.
Se da por hecho en algún medio que estas
diferencias de criterio acabarán con el silencio informativo de Pablo Iglesias,
cuyo paradero se desconoce, y que pronto lo tendremos a luz de foco en los estudios televisivos y
en los telediarios. Nadie al parecer es capaz de recapacitar en que pueden existir
líderes políticos que, en lugar de exhibirse antes las cámaras andando a toda velocidad como don Mariano
con su descoordinado y chambón braceo, prefieran tener el derecho a pensar en la soledad de un ameno retiro. Esta actitud me parece la más digna ante el deplorable espectáculo que están ofreciendo otros líderes políticos, incapaces de evitar hasta ahora una cada vez menos improbable tercera convocatoria electoral.
¿Y SI CAMBIAMOS DE VOTANTES
PARA QUE NO SE EQUIVOQUEN POR TERCERA VEZ?
PS.- No me resisto a insertar, a modo de coda, el agudo comentario de mi estimado amigo Manuel Antonio Goiti del Sol, que con la ironía propia de nuestra tierra glosa así la actual coyuntura política, ante la perspectiva de que una tercera votación dé similares resultados a las anteriores: Los ciudadanos votan y eligen a unos representantes que se muestran
incapaces de configurar un gobierno. Vuelven a votar y lo hacen por los
mismos que fracasaron en la primera intentona. Digo yo que, de tener que
celebrarse unas nuevas elecciones, sería muy conveniente cambiar de
votantes, no vaya a suceder que se equivoquen una tercera vez.
DdA, XIII/3338
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