La alameda de mis sueños
tiene las sombras muy altas,
por eso cuando me asomo
al río que suena en ella
no hay más sol que el de tu llama.
¡Ay, amor, cuánto te quise
a la sombra de sus ramas!
En noche tan estrellada,
tus ojos junto a los míos
vieron asomar la luna
y su lumbre despertar
como nieve en la montaña.
¡Ay, amor, cuánto te quise
sin decirte que te amaba!
DdA, XIII/3332
2 comentarios:
Que preciosísimo!!!!
Gracias.
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