JAIME RICHART
¿Recordáis a ciertos
jueces a los que portavoces gubernamentales y periodistas afines calificaban de
"juez estrella" porque eran valientes frente a los poderosos y cumplían con su oficio? Garzón, Pedraz, Elpidio, Castro... son
los recordados por nosotros, los bien pensantes, porque por su honestidad
profesional sufrieron y sufren persecución de una
justicia fustigada por el periodismo felón.
¿Pues, qué me decís de ese periodista-estrella que desde hace años
(los mismos que llevamos en España después de
destapada la corrupción política porque
al periodismo le pareció una manera segura de ganar dinero, no porque no
dispusiera mucho antes de toda esa información que fue dosificando...) gangrena la opinión pública? Un charlatán que, aparte de profesar descaradamente la ideología ultraliberal se sirve del libelo, de
la tergiversación, de la mentira, de la patraña
para alentar a los que le prestan atención a levantar
un muro ante cualquier intento de cambio profundo en el panorama putrefacto de
este país?
Pero es que si ese periodista-estrella es un
nauseabundo opinador y un bellaco más de los
muchos que abundan en este deplorable sistema, los dos emporios principales en
comunicación, Mediaset y Atresmedia, que
abarcan las cuatro cadenas de televisión
principales españolas, están en manos
privadas. Y como es propio de quienes por tener o tocar poder adoran a la
canalla del individualismo exacerbado en detrimento de lo público, es evidente que ambos
emporios siguen apostando por que este país siga
siendo una parodia o una farsa de democracia. Y en consecuencia, nada mejor que
dar permanente soporte y alas en sus cadenas a ese periodista-estrella cuya
actitud, estilo, creencias y tortuosidades contrarias a la deontología de la profesión son exactamente lo que esos
propietarios y la ideología
ultraliberal de la que viven y medran precisan.
Pues bien, sin temor a exagerar, la manera no
ya de tolerar sino de potenciar la presencia de ese energúmeno en las cuatro cadenas de televisión es una de las causas de la
causa de que España añada a su
proverbial retraso de toda la vida en tantas materias, el retraso en alcanzar
los niveles de honestidad y seriedad que un país debe tener para que el mundo pueda decir de él que es una verdadera democracia.
El hecho de que la participación constante
de ese periodista amarillista se combine con la presencia en los programas
televisivos de otros periodistas honestos y de una categoría profesional ligada a la moderación y al eclecticismo, es decir, a
la neutralidad, es la martingala perfecta para conseguir el objetivo. Pues un
solo mitinero que es periodista y está
presente en
todos los eventos televisivos y radiofónicos, puede
hacer mil veces más efecto en la opinión pública que mil de cerebros bien
amueblados en materia de información y de opinión que se mantienen públicamente con el decoro y el
respeto debidos a la profesión
periodística y a
las correctas reglas del juego informativo y opinativo. Ni las decenas de miles
firmas (las que me he unido) conseguidas que piden la ausencia de este bellaco
en ciertos programas de televisión conseguirán otra cosa que decorar la
sensación de vivir en una democracia en
libertad, pero no desterrar a un perro de presa sanguinario de este sistema
miserable.
DdA, XIII/3325
1 comentario:
Algunos son ESTRELLAS y los de mas ESTRELLADOS.
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