Lazarillo
En cualquier otro país de nuestro entorno -como se dice habitualmente en estos casos- la revelaciones dadas conocer por el diario Público, en relación con el señor ministro del Interior en funciones, serían motivo de su inmediato cese o dimisión si en la jefatura del gobierno estuviera un presidente con dignidad, no que supuestamente estuviera en el ajo. El cese se produciría en este caso durante el periodo electoral, por lo que posiblemente pudiera afectar al partido en el gobierno, aunque en España cabe la posibilidad de que por mucha mugre que acumule el Partido Popular va a seguir contando en las urnas con un voto ideológicamente esclavizado, más que fiel. El señor Fernández Díaz -según las grabaciones que ha dado a conocer el citado medio- ha pretendido enlodar en corruptelas a quienes desde posiciones políticas independentistas en Cataluña fomentaron el referéndum en ese país. El ministro se sirvió del jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña para fabricar escándalos que implicasen a representantes tanto de Esquera Republicana como de Convergencia Democrática de Cataluña. Ocurrió fechas antes de la consulta sobre la indepedencia celebrada en aquella comunidad y prohibida por el Tribunal Constitucional, con la aviesa intención de influir en su resultado. Si lo primero, prohibir, ha sido muy efectivo para que el voto independentista creciera en Cataluña en los últimos años -gracias sobre todo a la gestión del vigente gobierno en funciones-, es indudable que la publicación de estas grabaciones puede incrementar esa tendencia. Está claro que desde posturas nacionalistas furibundas, de una y otra parte, se trabaja por una ruptura que debe remediar un gobierno con entidad, eficiencia y dignidad para el entendimiento plurinacional de España.
DdA, XIII/3302
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