Londres, junio de 2016
Mamá, papá:
Sé que a veces me seguís viendo como aquella niña que lloraba cada
vez que se terminaba un capítulo de Espinete. Pero si os escribo desde
Londres es porque me convertí en una mujer de esas que forman parte de
la llamada «generación más preparada de la historia de España».
Preparada para todo, pero no para echaros tanto de menos desde que tuve que emigrar.
Y os echo mucho de menos. Extraño a papá contándonos sus batallitas
en las sobremesas (de hecho, extraño hasta las sobremesas, porque aquí
no hay). Extraño a mamá contándome la ilusión (y el miedo) que sintió
cuando llegó desde el pueblo, y pidiéndome que no afloje.
Me conmueve la paciencia y la ternura que pusisteis cuando, a estas
alturas de vuestras vidas, no os quedó más remedio que aprender a
manejar Skype y las redes sociales porque tenéis una hija que vive
fuera.
Echo de menos muchas cosas, por eso os escribo. Porque no quiero
resignarme a no poder trabajar de lo que estudié y a no poder hacerlo
cerca de mi gente. Nadie debería resignarse a eso.
Quiero volver a España y quiero que puedan regresar muchos de los
jóvenes con los que me he cruzado por Europa y que están en la misma
situación que yo… y creo que esa vuelta puede empezar el 26J.
Pero esta no es una carta para hablaros de lo que está pasando, sino para daros las gracias.
Vosotros me enseñasteis los valores que hoy tengo.
Me inculcasteis que cuando se renuncia a los principios, se está renunciando a lo más importante que se tiene.
Me hicisteis ver que la mayoría de la gente se deja la piel
trabajando honestamente en vez de elegir el camino fácil que tanto les
gusta a algunos de los chorizos que hemos tenido como representantes
políticos.
Me contagiasteis esa ilusión por vuestros logros, como cuando
recuperasteis la democracia y cuando en el 82 participasteis de aquella
inmensa ola de cambio.
No os voy a pedir que cambiéis de partido a estas alturas de vuestra
vida (bastante habéis hecho ya aprendiendo a usar Skype y Facebook),
pero sí quiero deciros que, gracias a lo que me habéis enseñado, yo voy a
votar a Unidos Podemos.
Estoy orgullosa de vosotros y, por eso, voy a votar pensando en el
futuro. Quiero un futuro en el que pueda volver a una España donde se
proteja más la I+D+i que a los banqueros. Quiero volver a una España en
la que haya gente honesta y preparada en el Gobierno. Quiero volver a
una España que no sea conocida en el mundo por la corrupción, los
salarios basura y la juerga, sino por su sistema de salud, sus escuelas,
sus energías renovables y, por qué no decirlo, por el talento de sus
investigadoras e investigadores.
Quiero vivir en un país que defienda lo mismo que defendisteis
durante toda vuestra vida, y quiero que los hijos que tenga estén tan
orgullosos de mí como yo lo estoy de vosotros.
La que os escribe es vuestra hija, la misma que lloraba cuando
terminaba Espinete. Pero la que os escribe también es una joven
investigadora española en Biología Molecular que se tuvo que ir a
Londres para poder trabajar de lo que estudió.
La gente de Unidos Podemos ha hecho que esta carta llegue a todos los
hogares españoles, pero estoy segura de que habrá miles de cartas más
de otros jóvenes que, como yo, representan a una generación que hizo
siempre todo lo que se le pidió y que ahora, por primera vez, quiere
asumir responsabilidades con su país.
Hace 30 años y 8 meses me pusisteis de nombre Esperanza. Os quiero.
DdA, XIII/3296
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