Desde Unidaspodemos.info (Asturias) nos llega este manifiesto muy oportuno y necesario para el periodo electoral en vísperas, que por su interés ponemos a disposición de quienes quieran suscribirlo en la página indicada:
Vivimos con la emoción de saber que las
próximas elecciones pueden ser las nuestras, que por fin la política y
la economía estén al servicio de la gente. Tenemos la posibilidad de
cambiar este país, un cambio que las mujeres debemos protagonizar para
que realmente represente a la mayoría social.
Las mujeres de Izquierda Unida, Equo,
Podemos y muchas otras compañeras feministas, ya nos habíamos
encontrado antes en las movilizaciones, en las asambleas, en las calles,
en los movimientos feministas. Luchamos juntas contra el
heteropatriarcado, contra el austericidio, por un país contra las
violencias machistas. Luchamos juntas y vencimos a la Ley Gallardón.
Ahora, la alianza electoral puede
multiplicar no sólo los votos, sino también nuestra fuerza. Porque
más allá de sus limitaciones -en las que nuevamente coincidimos- abre
un camino que nos da la posibilidad de situar el feminismo en el eje
central de la política. Pasó ya la época en la que nuestras
reivindicaciones debían esperar mejores tiempos o coyunturas, en la que
había luchas prioritarias que condicionaban las de las mujeres. Así
lo creía Clara Campoamor y Victoria Kent -a la que, sin embargo,
admiramos en otros aspectos- se equivocaba.
Lograremos que el cambio sea de verdad
un cambio también para las mujeres si defendemos nuestra presencia
desde el principio, si seguimos luchando juntas y para ello es
imprescindible poner toda nuestra voz, nuestras voces, que seamos
visibles. Y las listas electorales no pueden ser una excepción.
Sabemos bien que medidas de acción
positiva como las listas cremallera permitieron probar sin lugar a duda
que las mujeres éramos relegadas también de la vida política. No
obstante, cuando las propusimos tuvimos que escuchar que el Congreso se
llenaría de mujeres florero, que el motivo de no estar en las listas
era la falta de valía, o que no había suficientes mujeres dispuestas a
dar el paso. Con la puesta en marcha de las medidas de acción
positiva, demostramos que nada de eso era cierto y que nuestra
invisibilización era producto de la desigualdad de género.
Todas hemos comprobado como esa
desigualdad se manifiesta a veces incluso de forma inconsciente. Pero la
paridad no es un capricho como no lo es la igualdad entre mujeres y
hombres. El problema en la confección de la lista electoral constata
que existe un problema y que es un problema social, no de las listas.
Las llamadas listas cremallera tampoco son un capricho, y menos aún un
elemento de presión para la negociación de listas en procesos de
confluencia. Precisamente porque la igualdad, la paridad, y las
cremalleras no se negocian, son elementos previos y deber ser asumidos
antes de cualquier negociación o proceso.
Por eso, no permitamos que se nos
relegue, que se nos posponga una vez más. Es necesario comenzar a
construir desde este momento, de profundizar en las redes que hemos
venido tejiendo todos estos años y conseguir llevarlas a las
instituciones. Aprovechemos la oportunidad de recorrer juntas este
camino que nos puede llevar a gobernar sembrándolo paso a paso de
políticas feministas y de sororidad, porque unidas somos mucho más
poderosas.
DdA, XIII/ 3274
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