En tal fecha como un 18 de abril, se publicó por vez primera L’Humanité,
un diario militante. Fue en 1904, hace 112 años. Jean Jaurès fue su
fundador. Ahora la supervivencia del diario está en peligro y es preciso
reivindicarlo. El espíritu de Jaurès
subyace estos días en la plaza de la República de París, como antes en
la Puerta del Sol y en todos los puntos del planeta en los que la
cólera social se ha expresado rebelándose contra los adeptos del cinismo
financiero y los paraísos fiscales. L’Huma, como se dice familiarmente, fue primero un diario socialista, luego comunista. En 1994, abandonó su subtítulo de “órgano central del Partido Comunista Francés”.
De algún modo, dejó atrás la guerra fría y sus capítulos oscuros. Se
constituyó una nueva sociedad editora y las páginas de L’Humanité
hicieron un esfuerzo para regresar a los orígenes. A finales del siglo
XX, sus lectores, militantes o no, querían ver reflejadas en sus
secciones una visión más abierta de la izquierda francesa y planetaria. Esa perspectiva abierta, referida entonces por Jaurès a “la causa socialista y proletaria”, estaba ya en las líneas que escribió el propio fundador de L’Humanité en su primer editorial de aquel 18 de abril de 1904: “No
hay tiene necesidad de mentiras, ni medias mentiras, ni de
informaciones tendenciosas, ni de noticias forzadas o truncadas, ni de
procedimientos retorcidos o calumniosos. No se necesita reducir o
rebajar injustamente a los adversarios. Tampoco hay necesidad de mutilar
los hechos”. Primera portada de L’Humanité el 18 de abril de 1904.En una época en la que nos aplasta la convergencia del poder
financiero y la creencia pasiva en los mandamientos de las religiones
mayoritarias (Facebook, Amazon, etcétera), esos principios periodísticos
siguen vigentes y los periodistas de L’Humanité los representan.
Aquellas líneas de 1904 resultan hoy actuales y modernas. Y ayer, esos
periodistas y trabajadores del diario estaban en la plaza de la
República: “L’Humanité debout”. Me
habría gustado acompañarlos. Lo hago desde Madrid, donde leo su
llamamiento a mantener un espacio diferente ante la creciente “prohibición de voces distintas, emancipadoras, cuando la inteligencia y la efervescencia de las ideas son descartadas”. A la hora de las vigilias reivindicativas -en la Puerta del Sol, ante
Wall Street o en la Plaza de la República- la supervivencia de un
diario como L’Humanité es fundamental “para que los medios que están
en manos de las potencias del dinero no se conviertan mañana en la
única fuente de información de la mayoría, mientras aumentan diariamente
la precariedad y la miseria. Basta de cadáveres alineados en el campo
de honor del pluralismo; mientras (algunos) vierten lágrimas de
cocodrilo sobre los soldados de la información víctimas de los fondos de
pensiones y de la financiarización”, dice el citado manifiesta por L’Humanité. Quiero recordar aquí que en la fecha de hoy, 18 de abril, se publicó
por vez primera un periódico militante que merece seguir siendo el
reflejo de las luchas sociales de nuestro tiempo. La defensa firme de la
libertad de expresión y el pluralismo pasa hoy –desde luego- por la
supervivencia, la vigencia, del diario que fundó Jean Jeaurès.
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