Lo malo de los idiotas se que se han organizado, se reconocen entre
ellos y se apoyan. Han escalado a lo más alto saltándose el tope del
Principio de Peter. Son un lobby peligroso que puede acabar con la vida
inteligente del Planeta.
Ramón Lobo
Hay idiotas en la derecha y en la izquierda, también en el centro;
abundan en Europa y en América (un poco más en EEUU por aquello de que
allá todo es a lo grande), y seguramente más lejos. La idiotez es
epidémica entre los blancos (de momento), aunque afecta a negros
(Mugabe) y amarillos (Kim). Es un mal relacionado con la especie humana.
Los neandertales eran mejores.
Lo malo de los idiotas se que se han organizado, se reconocen entre
ellos y se apoyan. Han escalado a lo más alto saltándose el tope del
Principio de Peter. Son un lobby peligroso que puede acabar con la vida
inteligente del Planeta.
Los idiotas no necesitan ninguna App tipo Tinder; ellos se detectan a través de móvil, por su forma de hablarle.
Si a un idiota le nombran director de una empresa, este se rodea de
inmediato de una cohorte de idiotas que deben reunir un requisito: ser
un más idiotas que el idiota principal para respetar las jerarquías.
También sucede con los presidentes de Gobierno. No vamos a decir nombres
para no tomar por idiota al lector.
Occidente está lleno de estatuas de idiotas subidos a caballos
idiotas. Solo las palomas, con fama de idiotas, parecen inteligentes.
La revolución industrial y el progreso tecnológico han tenido
consecuencias nefastas: miles de idiotas salieron de sus aldeas, barrios
y ciudades y se pusieron a pasear su idiotez por el mundo, fuera en
coche, tren (sobre todo en el AVE) o avión, vestidos de turistas y de
ejecutivos agresivos.
Este movimiento expandió la idiotez, les dio la oportunidad de
descubrir otros idiotas, reagruparse en asociaciones, sindicatos,
partidos políticos, empresas (¿incluidas las del IBEX? ¡Claro, no seamos
idiotas!) y, sobre todo, en equipos y federaciones de fútbol.
Padecemos un sistema depredador que facilita el ascenso de los
idiotas. Hay idiotas por todos los sitios. Pese a que son más
contagiosos que el sida, y quien sabe si el zika, la OMS no ha lanzado
aún una alerta mundial contra la idiotez. Seguramente no lo hace porque
la propia OMS está llena de idiotas. Igual que la ONU (menos mis amigos y
amigas, claro), la OTAN y la UE.
En el caso de Bruselas está claro: lo demuestra cada día con sus
rollos sobre la presunta ausencia de gobierno en España (¡No sean
idiotas: hay uno en funciones!). Y los 66 del pacto anti yihadista,
también. Solo así se explica que Margallo, un tipo ponderado por lo
general, se ponga a decir idioteces como si fuera un idiota más. También
contamina a editorialistas, ciertos tertulianos y periodistas
indeseables con corresponsal en Hong Kong.
Hay mañanas que cuando me miro en el espejo veo un idiota. En los
días menos idiotas, sé que ese puedo ser yo. ¿Para cuando un día mundial
de la idiotez?
En boca de Lobo DdA, XII/3204
1 comentario:
Consultar en este sentido "Teoría de la estupidez" del economista italiano Carlo Cipolla.
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