Hacía tiempo que este Lazarillo quería ilustrar con un buen poema la excelente fotografía de mi estimado amigo Victorino García Calderón. La imagen es la de la estación salmantina de Boada, muerta hace muchos años. Para ponerle palabras al evocador y desolador punto de mira de Victorino se requerían unos versos como los que he encontrado esta mañana y por los cuales he felicitado a su autor. No sé Sarria, pero tanto Victorino como este Lazarillo llevamos sangre ferroviaria en nuestros ojos y eso se nota en la mirada al prenderse de la fotografía y en la voz al pronunciar estos versos.- Lazarillo
José Sarria
Existen estaciones ajenas a los mapas
donde todos sus trenes
quedaron detenidos
al borde del silencio.
donde todos sus trenes
quedaron detenidos
al borde del silencio.
Estaciones vencidas, relámpagos sin dueño,
a las que ya no acuden
las voces cristalinas de jóvenes muchachas.
Sus andenes cetrinos, perfiles de derrotas,
son la urdimbre de viejos
veleros fantasmales
varados entre ruinas.
a las que ya no acuden
las voces cristalinas de jóvenes muchachas.
Sus andenes cetrinos, perfiles de derrotas,
son la urdimbre de viejos
veleros fantasmales
varados entre ruinas.
Es en este lugar
donde un día la vida
era un faro encendido.
Ahora las palabras
esparcen su neblina
y se elevan sus flores secas
junto a la cicatriz del agua
o a la silente herida de las ánforas.
DdA, XII/3214
donde un día la vida
era un faro encendido.
Ahora las palabras
esparcen su neblina
y se elevan sus flores secas
junto a la cicatriz del agua
o a la silente herida de las ánforas.
DdA, XII/3214
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