Félix
Población
Cada vez hay más residentes ausentes fuera de nuestras fronteras. Como en
aquella oscura época de nuestra historia después de la Guerra Civil, en los
años cincuenta, muchos conciudadanos se ven obligados a dejar el país para
buscar empleo en Europa o en América. A eso algún ministro o ministra del
actual ejecutivo en funciones lo llamó afanes de aventura propios de una
juventud volandera, y se quedó tan oreado/a.
Entre los españoles que emigraban en los cincuenta y los de ahora, aparte
las diferencias propias de cada época, hay una substancial: el derecho a elegir
democráticamente a sus representantes políticos, algo que durante la dictadura
no ocurría. Lo tienen ahora los llamados residentes ausentes, lo que ocurre es
que para ejercerlo han tenido que rogar por él como consecuencia del acuerdo
suscrito por los dos partidos que han gobernado España durante estos últimos
treinta años.
Desde enero de 2011, la ciudadanía española residente en el exterior está
obligada a "rogar" su voto. La reforma de algunos
artículos de la legislación
electoral (acordada por el Partido Popular y el PSOE) abrió
la puerta a una práctica que ese año demostró tener unos efectos devastadores
en la participación electoral de los expatriados: la abstención (los
detractores del voto rogado arguyen que es "inducida") creció en
todas las consultas por encima del 90% del censo.
Hoy nos enteramos de que dos meses
después de las últimas elecciones generales, los españoles que viven en el
extranjero denuncian que con ese retraso les llegan las
papeletas que deberían haber utilizado en su día para ejercer su derecho
democrático al voto. Únicamente un 4,7 por ciento de los residentes ausentes
pudo hacerlo el pasado 20 D. Votar desde el extranjero requiere ahora excesivos
trámites en el consulado o en la embajada, con dos meses de plazo antes de la
fecha de los comicios para rogar por ese derecho.
María Almena, portavoz de Marea
Granate -colectivo transnacional y apartidista formado por emigrantes
españoles-, resume los hechos con estas palabras: “Entre el 30% y el 50%
de la gente que ruega el voto no recibe las papeletas, esto sucede en todas las
elecciones desde que se instauró el voto rogado”. A casi la mitad, por lo
tanto, de los españoles del exilio laboral se les silencia, sin posibilidad de
castigar con su voto -como habría ocurrido en los últimos comicios- a los
partidos de los gobiernos responsables de su diáspora. La faena se volvería a
repetir en el mes de junio, si hubiera nuevas elecciones.
Así, hasta que un gobierno digno cambie por fin la vigente ley electoral y dé a los expatriados la voz y el voto sin dilatorios ruegos que a la postre lo impidan o lo burlen, como viene ocurriendo desde hace cinco años.
Así, hasta que un gobierno digno cambie por fin la vigente ley electoral y dé a los expatriados la voz y el voto sin dilatorios ruegos que a la postre lo impidan o lo burlen, como viene ocurriendo desde hace cinco años.
DdA, XII/3220
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