lunes, 22 de febrero de 2016

EL VOTO ROGADO ES UNA VERGÜENZA NACIONAL





Félix Población

Cada vez hay más residentes ausentes fuera de nuestras fronteras. Como en aquella oscura época de nuestra historia después de la Guerra Civil, en los años cincuenta, muchos conciudadanos se ven obligados a dejar el país para buscar empleo en Europa o en América. A eso algún ministro o ministra del actual ejecutivo en funciones lo llamó afanes de aventura propios de una juventud volandera, y se quedó tan oreado/a.

Entre los españoles que emigraban en los cincuenta y los de ahora, aparte las diferencias propias de cada época, hay una substancial: el derecho a elegir democráticamente a sus representantes políticos, algo que durante la dictadura no ocurría. Lo tienen ahora los llamados residentes ausentes, lo que ocurre es que para ejercerlo han tenido que rogar por él como consecuencia del acuerdo suscrito por los dos partidos que han gobernado España durante estos últimos treinta años.

Desde enero de 2011, la ciudadanía española residente en el exterior está obligada a "rogar" su voto. La reforma de algunos artículos de la legislación electoral (acordada por el Partido Popular y el PSOE) abrió la puerta a una práctica que ese año demostró tener unos efectos devastadores en la participación electoral de los expatriados: la abstención (los detractores del voto rogado arguyen que es "inducida") creció en todas las consultas por encima del 90% del censo.
Hoy nos enteramos de que dos meses después de las últimas elecciones generales, los españoles que viven en el extranjero denuncian que con ese retraso les llegan las papeletas que deberían haber utilizado en su día para ejercer su derecho democrático al voto. Únicamente un 4,7 por ciento de los residentes ausentes pudo hacerlo el pasado 20 D. Votar desde el extranjero requiere ahora excesivos trámites en el consulado o en la embajada, con dos meses de plazo antes de la fecha de los comicios para rogar por ese derecho. 
María Almena, portavoz de Marea Granate -colectivo transnacional y apartidista formado por emigrantes españoles-, resume los hechos con estas palabras:Entre el 30% y el 50% de la gente que ruega el voto no recibe las papeletas, esto sucede en todas las elecciones desde que se instauró el voto rogado”. A casi la mitad, por lo tanto, de los españoles del exilio laboral se les silencia, sin posibilidad de castigar con su voto -como habría ocurrido en los últimos comicios- a los partidos de los gobiernos responsables de su diáspora. La faena se volvería a repetir en el mes de junio, si hubiera nuevas elecciones. 

Así, hasta que un gobierno digno cambie por fin la vigente ley electoral y dé a los expatriados la voz y el voto sin dilatorios ruegos que a la postre lo impidan o lo burlen, como viene ocurriendo desde hace cinco años.

DdA, XII/3220

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