Antonio Aramayona
23-F. ¡Qué recuerdos!
Ruidos de sables continuos, la ciudadanía harta y acojonada cada fin de semana
con el enésimo amago de golpe o de asonada militar. Hoy el golpe de Estado no es
de gente uniformada y armada, sino de personas bien vestidas y acicaladas desde
sus despachos bancarios y del Íbex 35. Son quienes nos tienen del cuello y de
los cataplines con sus beneficios, su explotación dentro y sobre todo fuera del
país, sus cambalaches financieros fuera de todo control, sus “reformas
estructurales” que están demoliendo nuestros derechos y libertades.
En España consiguieron la
reforma del artículo 135 de la Constitución, que nos ha condenado a ser cada
día más pobres, al primar el pago de la deuda sobre el gasto social (vivienda,
sanidad, educación, pensiones, dependencia…). La mayor parte de los partidos
políticos en el Congreso sucumbieron obedientemente ante sus condiciones
draconianas, pensando y creyendo que les tocaría, a pesar de los pesares, un
suculento trozo de la aún subsistente tarta a repartir entre los lacayos
gestores/gobernantes.
Lo que muy pocos saben es que ahora estamos en
unas mazmorras todavía más lóbregas y profundas. El 2 de febrero de 2013 España
publicó en el BOE el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la
Unión Económica y Monetaria (Pacto Fiscal Europeo), firmado el 2 de marzo de 2012 con otros
25 Estados miembros de la UE, todos, salvo Gran Bretaña y la República Checa. Contiene un conjunto de reglas, llamadas “reglas de oro”,
que son vinculantes en la UE para el principio de equilibrio presupuestario.
Los principales puntos contenidos en los 16 artículos del tratado son
(cfr. Wikipedia):
1) Un
compromiso de contar con un déficit estructural que no debe superar el 0,5% de
la PIB y, en aquellos países en los que la deuda es inferior al 60% del PIB,
1%;
2) La
obligación de los países con una deuda pública superior al 60% del PIB a caer
dentro de este límite en 20 años, a una tasa igual a la vigésima parte de la
franquicia de cada anualidad;
3) La
obligación de que cada Estado para asegurar el ajuste automático de las fechas
de vencimiento cuando no es capaz de alcanzar las metas fiscales se acuerde lo
contrario;
4) Un
compromiso de poner las nuevas reglas en la constitución o en otras partes de
la legislación nacional, lo cual será verificado por el Tribunal de Justicia de
la Unión Europea;
5) La
obligación de mantener el déficit público por debajo del 3% siempre del PIB,
como lo exige el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, de lo contrario dará lugar
a las sanciones semiautomáticas;
6) Un
compromiso de mantener al menos dos cumbres/año reuniendo a los 17 líderes de
los países que han adoptado el euro.
En resumidas
cuentas, El Tratado de Estabilidad,
Coordinación y Gobernanza establece una disciplina
fiscal reforzada y una vigilancia más estricta dentro de la zona del
euro, que se articula mediante la introducción de la conocida como "regla de oro", que limita el déficit estructural anual
(sin incluir para su cálculo los gastos e ingresos que tengan carácter cíclico)
al 0,5% del Producto Interior
Bruto de los Estados miembros.
Además, los
estados comunitarios pueden solicitar, con independencia de los análisis del
ejecutivo comunitario, sanciones
financieras (hasta el 0,1% del PIB) al Tribunal de Justicia para
aquellos estados que no trasladen correctamente el techo de gasto a su
normativa nacional.
El golpe de
Estado real hoy se resume en dos pilares distintos (reforma del 135 y el
Tratado del Pacto Fiscal Europeo) y un solo pilar verdadero: el principio de equilibrio presupuestario.
Y lo peor es que la mayor
parte de mi pueblo y del mundo no conoce siquiera la existencia de sus cadenas,
del Tratado de Estabilidad,
Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria. ¿Acaso hay un
golpe de Estado más eficaz y contundente?
DdA, XII/3222
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