Félix Población
Desde que se
constituyeron las nuevas Cortes, hay registrada en el Congreso una ley de
emergencia social por parte de Podemos para acometer con urgencia y diligencia los más graves
problemas de ese tipo que afectan a un sector considerable de la sociedad
española, de los que son responsables los sucesivos gobiernos turnantes. En lugar de reconsiderar, valorar o criticar esa medida
políticamente, una diputada de la casta ha preferido referirse al pelo del
diputado de ese partido por Santa Cruz de Tenerife, Alberto Rodríguez, que luce
rastas con orgulloso porte.
Doña Celia Villalobos, que lleva decenios en su escaño y repite como
vicepresidenta del Congreso gracias al PSOE y a los juegos de candy crush exhibidos desde la tribuna, ha dicho que no tiene nada contra las
rastas en nadie -incluso si las luciera un compañero de su partido, algo de todo punto inimaginable-, siempre que estén limpias y no le contagien los piojos.
A tono con esa indecente
declaración, la periodista Pilar Cernuda, hija de un jefe provincial de prensa
y propaganda del Movimiento y afincada también desde hace decenios en el pulquérrimo
periodismo conservador, considera que los nuevos diputados de Podemos han
traído al hemiciclo mal olor y que la que progresía no está reñida con la ducha.
Que una representante del partido que más huele a corrupción de
España y una periodista del periodismo más afín a ese partido coincidan en tan
deplorables consideraciones viene a evidenciar el grado de alarmante decadencia ética que los junta. Tanto Villalobos como Cernuda han contribuido con sus palabras a acelerar la caducidad de su presencia en la política y el periodismo. Representan en una y otro la casta y la caspa.
PS.- ¿Sabían que -como recuerda hoy en su blog Pérez de Albéniz- una de las frases con las que las SS recibían a los prisioneros en los campos de concentración era: ¡Bienvenidos al infierno, piojosos!”.
PS.- ¿Sabían que -como recuerda hoy en su blog Pérez de Albéniz- una de las frases con las que las SS recibían a los prisioneros en los campos de concentración era: ¡Bienvenidos al infierno, piojosos!”.
DdA, XII/3185
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