Lazarillo
Leo la noticia en la edición del día de la fecha de La Vanguardia, diario generalmente bien informado, y me reafirmo en el pesar que me están ocasionando las últimas páginas de la historia de Cataluña. Carles Puigdemont y Casamajó, el hasta hace poco alcalde de Gerona desde 2011 (con escasa sensibilidad social) y próximo president de la Generalitat gracias a la colaboración en última instancia de la CUP, fue denunciado por los concejales de la CUP por haber nombrado a dedo a varios cargos de confianza para las áreas técnicas de aquel Ayuntamiento, sin el preceptivo concurso público. Los anticapitalistas criticaron que CiU, con el apoyo de ERC (Junts pel sí uno y otro partido), incorporó ocho
trabajadores a varias áreas municipales el mismo año en que Puigdemont fue elegido alcalde. Alguno de los sueldos ascendía a la nada módica cantidad de 70.000 anuales. Según denunció la CUP, este tipo de prácticas contractuales se
llevaron a cabo de forma habitual desde el gobierno de Puigdemont,
llegando incluso a aumentar las partidas presupuestarias para dichas
contrataciones. ¿Es esa la Catalunya lliure que el nuevo y honorable president proclama desde su nuevo cargo al frente del gobierno de su país?
DdA, XII/3182
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