Ana Cuevas
Al igual que mi querido amigo
Antonio Aramayona, el día 20 votaré al partido que menos me rompa el
corazón. Si para algo sirvió el debate televisivo entre Pedro y Mariano
fue para reafirmarme en que mi papeleta no engrosará el electorado del
monstruo bicéfalo del bipartidismo. Ni siquiera por eso que algunos se
empeñan en llamar el voto útil y que solo ha servido de utilidad para
que se perpetúe la alternancia, más o menos consensuada, de los
mismos canes con distinto collar. Y poco importa que la correa sea de
color azul o rojo. Ambos partidos tienen experiencia levantando la pata
para expulsar su agüilla amarilla sobre las ilusiones y las expectativas
de los españolitos. Lo mismo que sucedió durante el debate entre los
líderes del PSOE y del PP. Al final se habla de lo que no importa porque
ninguno de los dos hablaron de lo que de verdad importa a la
ciudadanía. El debate (lejos de arrojar luz sobre las políticas que
ambos partidos piensan aplicar a problemas reales de la gente como el
paro, la pobreza infantil o la ley de dependencia) se convirtió en un
combate pugilístico, chabacano y hasta choni . Pedrito llamó indecente a
Marianico. Podría haber dicho que sus políticas eran indecentes pero el
verbo fluido y una correcta sintaxis no aparecen entre las cualidades
de ninguno de los dos rivales. El presi se vino arriba en indignación,
se picó y acusó a Pedro Sánchez de "ruiz" (¡ups!), ruin, mezquino y
miserable. Y así siguieron, revolcándose en el barro de su mediocridad
mientras el moderador acababa de echar la siestecita.
Hay
muchos tipos de indecencias que se producen a cuenta de personas de
orden. Les contaré una que precisamente le sucede a mi amigo Aramayona.
Hace ocho años le cortaron una pierna a causa de una enfermedad
degenerativa que le produce múltiples dolencias. Desde entonces se ve
obligado a desplazarse en una silla de ruedas. Esa silla son las piernas
de Antonio. Ella le permite desarrollar una vida casi normal. Aunque la
vida de Antonio no tiene nada de normal porque, pese a su precaria
salud, es un activista impenitente por el derecho a la educación, por la
paz y la libertad de expresión. El "perro-flauta motorizado", como a él
le gusta ser conocido, no podría salir de casa sin esa cabalgadura
eléctrica que le permite tener autonomía. El caso es que la silla del
profesor Aramayona está a puntico de petar y su mutua (MUFACE) le ha
denegado el recambio por un defecto de forma en la solicitud y ahora el
procedimiento administrativo puede tardar meses en resolverse. La
directora de la mutua, Úrsula Hernández, le ha argumentado una retahíla
burocrático-reglamentaria que justificaría la demora. Contra tan
inhumano alegato, mi amigo Antonio solo puede esgrimir el muñón de su
pierna y las 26 pastillas que se toma a diario. Pero doña Úrsula, una
persona recta donde las halla, no parece dispuesta a agilizar los
trámites por esas menudencias. Por cierto, ¿si se tratara de su madre
sería igual de inflexible?. ¡Úrsula recapacite!
Lo
que le está pasando a Antonio es, a las claras, una indecencia
Pero lejos de insinuar que doña Úrsula es indecente, me atrevo a afirmar
que el fruto de su gestión sí que lo es. Aún más, dejar a una persona
con una grave discapacidad sin el elemento que le proporciona un margen
de libertad por un error de forma es un acto ruin, mezquino y miserable.
Las normas nunca pueden ser más importantes que el bienestar de los
seres humanos.
Sin esa
silla, el "perro-flauta motorizado" no podría estar en la calle como
cada día desde hace tres años protestando por las políticas de recortes
del PP o por la merma de libertades. Tampoco hará falta esa orden de
alejamiento que le prohíbe estar a menos de doscientos metros del
delegado del gobierno. Al parecer, Gustavo Alcalde temía por su vida
al observar el afilado filo de los carteles, reivindicando libertad de
expresión, que portaba el profesor paralítico. Si no hay repuesto para
el profesor, se acabará su pesadilla. Y la de muchos y muchas que no
quieren verse señalados por sus decisiones indecentes. Pero de ninguna
manera pretendo insinuar que existe relación entre las trabas que está
encontrando Antonio y su activismo. Eso no sería elegante viniendo de
una dama, aunque sea proletaria perdida como servidora. Solo pensarlo me
convertiría en un ser "ruiz", ruin, mezquino y miserable. En alguien
terriblemente indecente.
DdA, XII/3158
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