Cuando
se habla del régimen del 78 hay gente que piensa que es una cuestión de
conspiranóicos, una entelequia que parece remitir a una supuesta
organización secreta que en el sótano de un hotel de lujo marca la ruta
política de nuestra sociedad. Se puede pensar que es algo así, pero
tiene cara, poder y de vez en cuando asoma la patita si piensa que sus
intereses pueden verse amenazados. Esta portada del diario Expansión es
una radiografía, un mapa de ex ministros giratorios que
regresan como zombies a ordenar el incierto resultado de las elecciones
y pedir un gobierno de concentración del PP y del PSOE. Es la
nosecuántos entrega de "Sé lo que hicisteis en las últimas elecciones".
Son voces obedientes del IBEX35 que fingen perseguir lo que le conviene a
la mayoría cuando trabajan para grandes accionistas cuyos
representantes deslizan la tarjeta lentamente sobre el mantel hasta
aparcarla en una bandeja de plata cuando hay que pagar costosas
comilonas en las que arreglar su parte de pastel del mundo.
Ahora vienen a apuntalar su transición, a que sobreviva una estructura
social que les llena los bolsillos a nos pocos, que niega el bienestar a
millones, que ha permitido a muchos de esos ministros mandar a sus
hijos a doctorarse en universidades norteamericanas, igual que ellos
llegaban a las universidades franquistas mientras cientos de miles
emigraban, como ahora, o no podían estudiar por no haber nacido en
familias adeptas.
La transición fue una enorme puerta giratoria por la que entraban camisas azules y salían papeletas electorales con los nombres de quienes nada habían hecho por que se celebraran unas elecciones. Los hombres de Estado, los pactos de Estado, son apaños de las élites y en eso andan ahora, dispuestos a inmovilizar el desorden que ha puesto su maravilloso estatus en peligro.
La transición fue una enorme puerta giratoria por la que entraban camisas azules y salían papeletas electorales con los nombres de quienes nada habían hecho por que se celebraran unas elecciones. Los hombres de Estado, los pactos de Estado, son apaños de las élites y en eso andan ahora, dispuestos a inmovilizar el desorden que ha puesto su maravilloso estatus en peligro.
DdA, XII/3165
1 comentario:
Ciertamente desde que el mundo es mundo, las cuestiones evolutivas siempre han estado ligadas al poder que emana de la arrogancia y la competitividad.
Y ya es hora que, según se nos enseñó, cambiemos el proceso evolutivo a humildad y cooperación, si es que sabemos (porque nos han enseñado bien) o podemos (porque hemos sabido transmitir esa actitud).
En esa parte de los mecanismos del poder que vende su sombra de árbol e incluso de bosque a las plantas por debajo impidiéndoles coger la luz del sol mientras sus raíces avanzan por el subsuelo, coincido con el artículo.
Ahora bien, hay otra visión de la transición del 78: unos aceptaron desaparecer y otros aparecieron (al menos visualmente). Se obtuvo una Constitución que antes no había y se votó y aceptó. Luego algo se evolucionó.
Lo que no se puede hacer es tener una Constitución por cada generación. Sobre todo cuando en materia social (la que nadie se preocupó de desarrollar) daba mucho juego.
Por tanto no estoy a favor de anular esta Constitución sino de desarrollarla y, de hacer modificaciones, que sea en la forma de constituir el Tribunal Constitucional. Cuyas interpretaciones y sentencias, serían la forma de evolucionar.
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