Lazarillo
Según el obispo Munilla, que lo es de San Sebastián, los resultados de las elecciones celebradas el pasado domingo reflejan una profunda crisis, pero no se trata de la que padecen millones de familias en España como consecuencia de la dictadura financiera, no. Para monseñor Munilla esos resultados son reflejo de una sociedad enferma. Dudo que esa frase saliera de sus labios el 20-N de 2011, cuando el Partido Popular obtuvo la mayoría absoluta. Ha sido precisamente ahora que los ciudadanos españoles acaban de castigar al partido en el Gobierno con uno de los varapalos democráticos más duros desde que existe como tal. Una insistitución como la que el obispo representa no debería diagnosticar a la sociedad que así se ha comportado como enferma. Más que nada por el papel jugado por la iglesia católica en España a favor de un régimen dictatorial, a cuyo jefe de Estado acogió bajo palio y preces. Añádase a eso el que esa institución jerárquica es la menos capacitada para diagnosticar como enferma a una sociedad por el hecho de ejercer libremente el derecho al voto, que la iglesia vaticana desconoce. En todo caso, lo que la opinión del obispo Munilla refleja es la incidencia de esa enfermedad cíclica que afecta a algunos de los de su rango y condición cuando las urnas no les son favorables: se llama intolerancia y fue crónica durante cuarenta años.
DdA, XII/3164
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