viernes, 4 de diciembre de 2015

LA INSOPORTABLE VELEIDAD DE LA SOLIDARIDAD

 El Diccionario de la RAE define seguridad como “situación de tranquilidad pública y de libre ejercicio de los derechos individuales, cuya protección efectiva se encomienda a las fuerzas de orden público”, es decir, algo bastante diferente de lo que está aconteciendo.

Antonio Aramayona

Me he quedado estupefacto ante la ola de solidaridad internacional que han suscitado los recientes atentados de París. Raro es el país de la zona rica que no se haya ofrecido al Gobierno francés para respaldar una Coalición militar para combatir el terrorismo yidahista. Unos aducen el artículo V del Tratado del Atlántico Norte, que dictamina que un ataque a cualquier país de la Organización podrá ser considerado un ataque contra todos los países miembros. Así, basándose en “el derecho de legítima defensa individual o colectiva, reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”, les capacita para adoptar “las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada”. Dicho artículo dice además que toda medida adoptada en consecuencia de un posible ataque se pondrá, inmediatamente, en conocimiento del Consejo de Seguridad, y cesará “cuando el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para restablecer y mantener la paz y la seguridad internacionales”. Considerando que tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia) son miembros destacados de la OTAN, y otro más (Rusia) parece poder ingresar en la Coalición, dicha cláusula roza el cinismo y el tacticismo político.

Se aduce también el artículo 222 (Cláusula de Solidaridad) del Tratado de Funcionamiento de la UE, donde se afirma que “si un Estado miembro es objeto de un ataque terrorista o víctima de una catástrofe natural o de origen humano, la Unión movilizará todos los instrumentos de que disponga, incluidos los medios militares puestos a su disposición por los Estados miembros”.

El presidente francés, Hollande, y el primer ministro, Manuel Valls, lo han dicho claro: nous sommes en guerre, por lo que se toman en distintos países “las medidas que sean necesarias” y lo que sea menester a fin de garantizar la adoración a la diosa más viral y venerada en los últimos meses y años: la diosa Seguridad. En resumidas cuentas, está bien eso de la libertad, la fraternidad y la igualdad, pero estamos en guerra.

UNICEF informaba hace unos días que en lo que va de año más de 200.000 niños han pedido asilo en la UE y unos 700 niños han perdido la vida en aguas del mar Mediterráneo en busca de un lugar seguro y de una vida mejor. Pero al parecer ya no queda combustible para más atenciones y solidaridades. El TTIP es prioritario y la guerra es la guerra, por lo que todo lo demás parece carecer de importancia. Los países de la UE han escondido vergonzantemente debajo de su alfombra persa a los cientos de miles de refugiados que aguardan comer y tener la esperanza de seguir viviendo. Muchos más viven hacinados en míseros campos de concentración en Jordania, Siria y algunos países del este de la UE. Tienen suerte de no vivir en Siria, achicharrados por las bombas de USA, Francia, Rusia, Turquía, Siria, Daesh, financiadas en parte por países petroleros amigos y aliados.

Nueva York, 11-S: 2.973 personas muertas y 6.000 heridos. París, 13-N: 137 muertos, 415 heridos. Guerra de Irak, 2003: 1.033.000 muertes violentas, muy principalmente civiles, como consecuencia de la guerra. Guerra en Siria: “La guerra civil en Siria ha dejado para el 2015 más de 220.000 muertos; en 2013 se contaban ya 63.072 víctimas civiles; ha dejado a más de 3.000.000 de refugiados y a la mayoría de las ciudades con una gran devastación”. ¿De qué solidaridad estamos hablando en cada caso?

Los resortes de la solidaridad mueven a declarar estados de emergencia, de alerta máxima, con ciudades paralizadas y ciudadanos clamando respuesta y venganza, registros de viviendas sin autorización judicial… Si la víctima es estadounidense o europea se crearán coaliciones internacionales para combatir al “terrorista”, se enviarán portaviones, se bombardeará sus presuntos campamentos, se detendrá a quien levante la mínima sospecha. Seguridad, seguridad, seguridad. El Diccionario de la RAE define seguridad como “situación de tranquilidad pública y de libre ejercicio de los derechos individuales, cuya protección efectiva se encomienda a las fuerzas de orden público”, es decir, algo bastante diferente de lo que está aconteciendo.

Veleidosa seguridad que produce tanta inseguridad que priva de derechos y libertades. Veleidosa solidaridad que lleva principalmente a colaborar entre Inteligencias (en mayúscula). Veleidosa seguridad que emplea tan raramente la palabra inteligencia (en minúscula). Inteligencia (en mayúscula) mastodóntica, que tan a menudo da pie a algún que otro oxímoron aplicado a los profesionales del armamento y asimilados.

El Huffington Post DdA, XII/3148

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