lunes, 7 de diciembre de 2015

CONTEMPLANDO EL 20-D DESDE EL REFUGIO ATÓMICO

 El barco del poder lleva su rumbo inexorable y quien llegue a gobernar debe saber (ya lo sabe…) que no tocará el timón del navío ni entrará en la sala de máquinas o pisará el puente de mando.

Antonio Aramayona

Aquí estoy, entre los inmensos muros de hormigón del refugio atómico, comiendo las latas y conservas que aún quedan, imaginando las terribles catástrofes para el país que vaticinan los candidatos de cada grupo político si no resultan elegidos y resultan elegidos los adversarios. En sus programas prometen el edén, mientras señalan los programas ajenos como pura filfa, como la catástrofe universal, como el Sodoma y Gomorra de la política española.
En el refugio atómico hablamos de todo un poco las personas que hemos optado por meternos en él. Nos podemos contener la risa al comprobar cada día que no haya una sola candidatura que no prometa el Cambio redentor de todos los males del pasado, lo que nos lleva a preguntarnos de qué cambio hablan y qué es realmente lo que quieren y no quieren cambiar, también y sobre todo lo que pueden y no pueden cambiar.
El barco del poder lleva su rumbo inexorable y quien llegue a gobernar debe saber (ya lo sabe…) que no tocará el timón del navío ni entrará en la sala de máquinas o pisará el puente de mando. El Gobierno de España (y de cualquier otro país europeo y del mundo) gobierna según el dictado del armador, del propietario, del capitán e incluso del práctico del puerto. Prestan al gobernante de turno unas enormes tijeras para recortar lo que les digan y unas normas estrictas que deben cumplir a rajatabla mientras estén bajo el dictado del euro. Y ahora, ciudadanas y ciudadanos, ¡a votar!
En el refugio atómico estamos cursando un máster sobre resistencia y compensación de la frustración. En nuestras manos no está el método seguido por el futbolista Benzema, que, agobiado por un turbio asunto de extorsión de un amigo y estar todo el día sobre candeleros indeseados, se acaba de comprar de la noche a la mañana un Lamborghini Aventador de 400.000 euros, y se ha quedado tan pancho. Nosotros, los vivientes en las profundidades del refugio atómico, metabolizamos como podemos el puré de tanto cambio para que nada cambie, también el dato de que una buena parte de la ciudadanía machacada hasta casi su pulverización catódica tiene la intención de seguir votando al machacador y recortador. ¿Síndrome de Estocolmo? Simplemente, Spain is different, como ideó y divulgó el ministro Fraga Iribarne, Presidente de Honor del Partido Recortador por antonomasia.
La nube radiactiva penetra ya por cada poro de los muros del refugio nuclear, que no tiene forradas sus paredes con plomo, pues todo el plomo lo portamos, mal que no pese (¡mucho!), en el alma, mientras escuchamos por la radio que no ha sido una explosión nuclear, sino solo un “accidente nuclear”, del que la culpa solo es del vecino y de la herencia recibida. Accidente o no, este país está medio en ruinas, aunque aparentemente todo luzca más que en ninguna otra época del año, pues las calles, las plazas y las grandes superficies brillan con sus lucecitas y demás patrañas navideñas de cada año. Lo que verdaderamente está en ruinas es la conciencia crítica de la gente, su autonomía mental, su libertad, los últimos rescoldos de dignidad. Todo ello se ha vaporizado: del primigenio estado sólido, pasó hace años a líquido y finalmente a gaseoso. Y ahora, ciudadanas y ciudadanos, ¡a votar!

DdA, XII/3149

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