David
Cameron se disculpaba este pasado mes de junio ante sus compatriotas por
las graves negligencias que habían surgido por los recortes en
el sistema sanitario británico (20.000). En
España es imposible saber cuantos pacientes fallecen por las mismas
causas.
Ana Cuevas
El bueno de Capone y su
"familia" sí que sabían cómo quitarse de en medio algún problema. Solo
tenían que hacer que pareciera un accidente. Crearon una escuela que
muchas organizaciones e instituciones, en principio no criminales,
adaptaron rápidamente para despacharse a los elementos
desestabilizadores. Los soplones, las gargantas profundas o los
chivatos, como ustedes quieran llamarles, son considerados traidores por
morder la mano que les da de comer. A las mafias, de cualquier pelaje,
no les gusta que nadie saque los muertos del fondo de los armarios.
Tendrán miedo a verse señalados por sus esqueléticos dedos. O a las
posibles demandas judiciales por responsabilidades. En cualquier caso,
el manual de cabecera de la Camorra aconseja que, el que cante la traviata, sufra algún tipo de accidente "fortuito" que le haga cerrar el pico para siempre.
Sucede
con los compañeros de mantenimiento del Miguel Servet, Justo y Armando,
que ganaron al SALUD una sentencia que sirvió para estabilizar
laboralmente a muchos trabadores y trabajadoras de la sanidad aragonesa.
Ahora son "accidentalmente" expedientados y, de paso, se envía un
aviso a los navegantes que quieran batirse el cobre en las procelosas
aguas sindicales. Si alguno se sale del guión, como pasó con los
compañeros de CNT, se puede despertar junto a una cabeza de caballo o un
expediente disciplinario pillado por los pelos. La pena de muerte
laboral también acojona lo suyo.
El
jefe de cirugía cardiaca del hospital Vall d´Hebron ha
sufrido otro eventual "accidente" laboral y ha sido destituido de su
cargo, al parecer, por no haberlo renovado y estar ahora fuera de plazo.
Una circunstancia que Manuel Galiñanes niega asegurando que tenía
tiempo para ello hasta enero del 2016. Como algunos no dan puntada sin
hilo, si tiramos del hilo de esta destitución nos encontramos con las
declaraciones que el médico hizo recientemente a los medios de
comunicación aseverando que los recortes en sanidad matan. Explicó que
dos de sus pacientes fallecieron esperando un quirófano que, por
cuestiones crematísticas, permanecía cerrado durante el verano. Pero,
¿es que acaso el doctor Galiñanes reveló algo misterioso que no fuera de
conocimiento público e internacional?
David
Cameron se disculpaba este pasado mes de junio ante sus compatriotas por
las graves negligencias que habían surgido por los recortes en
el sistema sanitario británico. Explicó que esto había producido la
muerte innecesaria de , al menos, 20.000 pacientes.
En
España es imposible saber cuantos pacientes fallecen por las mismas
causas. Mientras en Reino Unido se han llevado a cabo cinco
investigaciones para esclarecer este turbio asunto, aquí hacemos la
vista gorda cuando muchos enfermos se quedan por el camino.
Según
datos del Defensor del Paciente solo un 40% de los casos de
negligencias producidas por los recortes llegan a los tribunales. Y las
que lo hacen tienen que enfrentarse al secretismo hospitalario que
impide que transciendan los drtalles necesarios para demostrarlo.
En
EEUU o El Reino Unido lo ven de otra manera y crean comisiones de
investigación para detectar los graves fallos del sistema. En
Españikistán somos diferentes, como de costumbre. La transparencia no es
una virtud nacional. Los profesionales de la sanidad pública están
haciendo un gran esfuerzo pese a las dificultades. Tanto ellos como los
pacientes merecen más respeto. Más claridad y libertad para poder
denunciar las graves consecuencias de los recortes y evitar que se
pierdan más vidas por el oscurantismo y la mezquindad de algunos
gerifaltes. La sanidad pública es un valor común incalculable que no
debería estar a expensas de carroñeros y depredadores. Pero en vez de
investigar los motivos de su deterioro, aquí se prefiere disparar al
mensajero. Ahora que no intenten colarnos que era una bala perdida.
Cuando se están matando moscas a cañonazos, resulta difícil hacer que
parezca un accidente.
DdA, XII/3123
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