“Que en los días de patria/ desfilen los poetas,/ las bailarinas, los
profesores, los músicos, los astronautas./Los conductores de autobuses,
los barrenderos,/ los que no tienen nada./ Que en los días de patria/
desfilen los que aman/ los que no creen en banderas/los que no buscan lo
que separa.
Esperanza Ortega
El lunes no fui a Madrid a ver el desfile de la Hispanidad, ni siquiera
me tentó curiosear el resumen que hicieron en los informativos sobre tan
magno acontecimiento. No porque la fecha conmemore un genocidio, ni
porque yo me dedique en exclusiva a las causas sociales, sino simple y
llanamente porque me aburren los desfiles militares. Además, el lunes
había quedado a la misma hora con tres ex-alumnos del IES Pinar de la
Rubia. Son buenos estudiantes y están a punto de terminar sus carreras.
Uno de ellos estudia quinto de Ingeniería de Caminos en Madrid, otro
Arte dramático en Valladolid y una periodismo en Valladolid y Psicología
en la UNED de Palencia. No paramos de hablar durante dos horas y, lo
mejor de todo, para nada mentamos el pasado. El ingeniero contó feliz
que había participado en la comisión de urbanismo de Ahora Madrid, y que
allí fue a verles un día nada menos que Manuela Carmena, la psicóloga
periodista contaba embelesada que tuvo la ocasión de conversar con Iñaki
Gabilondo, como colaboradora de InfoUVA, asociación de estudiantes de
periodismo de Valladolid, y el futuro actor nos dijo que había realizado
una coreografía para un desfile de la pasarela Cibeles, aunque lo que
más le ilusionaba es participar en la representación de “El retablo de
las Maravillas”, de Cervantes. Los tres desarrollan sus actividades sin
el menor ánimo de lucro, claro está. Criticamos la Universidad, hablamos
de urbanismo, de periodismo, de teatro, de mis nietos, de París, de
cine, del síndrome de atención y, por supuesto, de política. Coincidían
los tres en sus simpatías hacia el entorno de Podemos, aunque a ninguno
les gustaba Monedero –demasiado pagado de sí mismo, exclamaron a la
vez-, pero coincidían en reconocer que habían recomendado a sus abuelas
votar a Ciudadanos. Y mientras transcurría nuestra charla, los clarines
–digo yo- estarían anunciando el paso de las tropas a bombo y platillo.
Por la tarde: ¿Habré leído bien?, ¿800.000 euros?, ¿podrá gastarse tanto
dinero así como así, sin que a nadie le beneficie?, ¿eso es
patriotismo? Y sigo leyendo: el Ministerio de Defensa se ha pasado ya en
2000 millones de lo presupuestado para 2015. ¡Caramba!, 2000 millones.
Recuerdo que, por la mañana, los estudiantes protestaron porque no me
querían dejar pagar la consumición. “Me invitaréis cuando ganéis
dinero”, les dije. Y rieron al unísono: pues entonces… Ya de noche me
entretengo en imaginar un desfile de todos mis alumnos, que serán
cientos y tal vez muchos miles, gente decente, que desean realizar sus
proyectos, vivir en una casa habitable, ser útiles al mundo y ser
felices. Miro los correos antes de acostarme y encuentro uno que mi
amigo Ricardo Bada me manda desde Colonia con un poema de Javier
Salinas, otro español en Alemania. Comienza diciendo: “Que en los días
de patria/ desfilen los sin casa”, para continuar pocos versos después:
“Que en los días de patria/ desfilen los poetas,/ las bailarinas, los
profesores, los músicos, los astronautas./Los conductores de autobuses,
los barrenderos,/ los que no tienen nada./ Que en los días de patria/
desfilen los que aman/ los que no creen en banderas/los que no buscan lo
que separa.” Y pienso en ese gran desfile sin abanderados, un desfile
que nada costaría al erario público. A su cabeza pondría yo a mis tres
alumnos, que tanto valen y que nada piden. ¿Acaso habrá otra patria?
Las cosas como son DdA, XII/3104
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