lunes, 26 de octubre de 2015

EL PARTIDO DEL GOBIERNO EN "LA SEXTA NOCHE":¡VERGONZOSO!

La crisis financiera mundial a la que se culpa de la catástrofe, no es en España una causa sino más bien el efecto de una gobernación misera­ble y de un con­sentimiento tan miserable como la gobernación por parte de quienes lo sabían y no lo denunciaron.

Jaime Richart

El sábado por la noche sentí repugnancia profunda hacia el periodismo y hacia los periodistas (hacia los periodistas ya bien situa­dos, unos subvencionados y todos estómagos agradeci­dos aunque solo sea por el juego mediático y publicitario que da tanta trapacería), al echar un vistazo a La Sexta Noche. Me pareció como un auténtico homenaje al par­tido de gobierno, independientemente del consabido dere­cho de todo el mundo a explicarse y a promocio­narse en una precampaña o una campaña electoral.

Porque lo cierto es que, más allá de la también consa­bida presunción de inocencia, todo el país está harto de saber que cientos o no sé si ya miles de miembros del par­tido del gobierno, imputados o no en el plano judicial, a juzgar por la profusa aportación mediática de datos, es­cuchas, documentos, confesiones y testimonios acerca de su conducta durante los dos o tres últimos años, perio­dística, pública y políticamente estamos ante una le­gión de aprovechados o, sin eufemismos, de ladrones pú­blicos.

Empezando por los sobresueldos del presidente del go­bierno y terminando en las interminables fechorías de ellos que han llevado al país a la práctica bancarrota. Hasta tal extremo que la crisis financiera mundial a la que se culpa de la catástrofe, no es en España una causa sino más bien el efecto de una gobernación misera­ble a todos los niveles, en unos casos, y de un con­sentimiento tan miserable como la gobernación por parte de quienes lo sabían y no lo denunciaron. En este pecado de omisión incluyo tanto a políticos del propio par­tido del gobierno, como a políticos de la oposición, como a periodistas hartos de saber infinidad de cosas desde hace años, cuya noticia han ido luego dosificando en función de su interés político y de sus intereses finan­cieros, comerciales y contables.

Por todo esto siento una profunda vergüenza de que me llamen español. Cuando la prensa, los canales de ra­dio y televisión debieran hacer en lo posible opaca su pre­sencia o semiocultar a un canallesco ejército de cíni­cos y presuntos corruptos desde el punto de vista penal pero con toda probabilidad o certeza probados filibuste­ros, les bailan el agua, les ríen las gracias, les escuchan con respeto y les ofrecen miles de horas de propaganda; propiciando, con todo ello, un significativo plus de ventaja sobre los partidos competidores que se asemeja a la ven­taja que durante legislaturas ha logrado ese mismo partido a cuenta de una probada financiación ilegal y por consiguiente ilegítima.

Peste de ladrones públicos, peste de políticos consenti­dores y peste de periodismo proxeneta... Todo esto, sin tener en cuenta la manipulación que periodistas y sociólo­gos hacen de sondeos y de encuestas determi­nando y desviando la intención de voto de una manera ar­tera. Y ello aunque luego no acierten ni una. De mo­mento, la mayoría (y probablemente todas) de las pregun­tas que se formulan en los sondeos se hacen por teléfono, por definición fijo. Y teléfono fijo sólo lo tienen los privilegiados. A fin de cuentas, ni unos ni otros quie­ren aventuras revolucionarias. Y revolución pacífica es lo que este país viene pidiendo a gritos desde hace años.

Por último, políticamente hablando hay muchos damnifi­cados, y no sólo los partidos perdedores. También lo so­mos muchos que en 1978 estábamos presenciando lo que se había constitucionalmente maquinado (monar­quía, ley electoral incluidas) y no pudimos hacer nada para evitarlo.

DdA, XII/3116

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