Criminalizar el asunto nos
devuelve al pasado, a la intransigencia. A aquellos amargos años en los
que contar un chiste sobre "Paca la culona" podía mandarte de patitas a
la cárcel.
Ana Cuevas
En
la última huelga general, un grupo de cómicos peripatéticos que
practicamos el activismo satírico, desfilamos por Zaragoza con un
peculiar paso procesionario. Vestidos de riguroso luto, y con plañideras
incorporadas, portábamos un muñeco disfrazado de obrero y crucificado
por los remaches de la contundente reforma laboral. Esta acción
totalmente improvisada causó alborozo entre las cabreadas masas que
deambulaban por las calles ese día. Hasta tal punto que, lo que empezó
como una chanza perpetrada por apenas una docena de payasos/as, acabó
siendo apoyada por una marea de jubilosos ciudadanos que exorcizaban sus
demonios gracias al sentido del humor.
El humor nos aporta
una luz crítica sobre los acontecimientos. Nos coloca en una posición
de superioridad intelectual frente a los fanáticos y sus dogmas. Por eso
los intolerantes no soportan su tamiz. Por eso también, las caricaturas
de Mahoma provocaron el odio irracional de los extremistas islámicos
que sesgaron las vidas de los dibujantes cómicos del Charlie-Hebdo. Sus
irracionales teorías no soportaban la sátira. Por eso fueron objeto de
su odio irracional.
Leo Bassi conoce en carne propia de qué
hablamos. Algunos de sus espectáculos han provocado la ira de los
sectores más ultracatólicos hasta el punto de recibir cócteles molotov y
abundantes amenazas de muerte. No importa si hablamos de musulmanes,
judíos o cristianos, el humor no es compatible con los fanatismos. En
realidad, es su peor enemigo.
En Sevilla, celebrando el día
internacional de la mujer trabajadora, unas activistas utilizaron el
sentido del humor para reivindicar la pérdida de derechos laborales y
sociales para la mujer. Montaron una performance y sacaron en procesión
al "Santísimo coño Insumiso".
Se trataba de una vagina de
plástico de dos metros de altura que, según el juez de instrucción,
atentaba contra el sentimiento religioso. Por este motivo se ha imputado
a varios miembros de CGT, organización que supuestamente convocó el
acto, y se les piden condenas de hasta tres años de cárcel. La denuncia
ha partido de una asociación de abogados cristianos de Sevilla. Como
todo el mundo sabe, la semana santa de Sevilla está en las antípodas del
fanatismo. El caso es que los susodichos abogados interpretan que las
activistas pretendían ridiculizar a la Virgen sustituyéndola por esos
desafiantes labios vaginales. Lo que no aclaraban es a qué virgen.
Porque hay devotos de la virgen del Rocío, de la Macarena... Y
entre distintas cofradías no hay buen rollo. Es como una liga de
fútbol en la que la virgen local compite en milagros con la del pueblo
de al lado. Siempre me ha chocado que una religión monoteísta se
contradijera tanto. Pero al grano, ¿a qué virgen ridiculizó el
"Santísimo coño Insumiso"? Tendrán que ser más concretos.
El
sentimiento religioso es un concepto demasiado etéreo. Una
interpretación exacerbada es el origen de la violencia contra el Charlie
Hebdo o Leo Bassi. La procesión del "Santísimo coño Insumiso" puede
parecer de mal gusto a parte del personal pero solo es una
interpretación satírica de la actualidad. Criminalizar el asunto nos
devuelve al pasado, a la intransigencia. A aquellos amargos años en los
que contar un chiste sobre "Paca la culona" podía mandarte de patitas a
la cárcel.
´No es buena idea disparar al bufón porque él es
el espejo cóncavo en el que se mira nuestra sociedad para que no se le
suba la idiotez a la cabeza. Solo es el reflejo esperpéntico
del gran esperpento en el que vivimos.
DdA, XII/3087
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