La
historiografía sobre los institucionalistas durante la Guerra de
España dice mayoritariamente que estos “no“ se integraron en el Frente Popular (formado por republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas), pero en el caso del Dr Luis Calandre Ibañez, mi abuelo, sÍ se sintió muy identificado con la defensa de la legalidad de la II República, como podemos constatar en estas cartas, que lleva su delicada firma, y que paso a comentar:
Carta del 2 de agosto de 1936, escrita desde su casa de la Castellana 30 al presidente de la Cruz Roja republicana, Aurelio Romeo,
pidiéndole que le quite de una lista de médicos que se habían pasado a
la Cruz Roja franquista, y expresando su fidelidad a la Republica, nada
más comenzar la guerra.
Esta carta fue utilizada por el Presidente de la Cruz Roja franquista, el Conde de Vallellano, Fernando Suarez de Tangil,
y a pesar de que era una carta privada la envió en 1939 al Colegio de Médicos de Madrid y a los tribunales militares, y que tuvo como
consecuencia su expulsión de la profesión médica durante cinco años,
multa y cárcel. Mucho tuvo que ver el Opus Dei en todo esto, a través de
su juez médico, José Luis Rodríguez Candela, del CSIC.
El conde de Vallellano tiene actualmente, en el
barrio de Tetuán, una calle en su honor en Madrid (y en otras ciudades,
como Córdoba) y también aparece entre los académicos históricos de la
Real Academia de Ciencias Morales con otros, como Ramón Serrano Suñer).
La segunda carta es del 18 de junio de 1937, la envía Luis Calandre Ibañez desde el Hospital de Carabineros, situado en la Residencia de Estudiantes, a su amigo y paciente, el poeta Juan Ramón Jiménez, que está exiliado en la Habana, donde le comenta como cuidan el jardín, a pesar de las muchas bombas que caen.
La siguiente carta, es también desde el Hospital de Carabineros, pidiendo ayuda económica a la Agrupación Madrileña Socialista y a unos periódicos socialistas.
El haber dirigido el Hospital de Carabineros durante la guerra
(1937-39), fue una de las principales acusaciones de los franquistas
para condenarle.
Finalmente, una carta del 23 de octubre de 1938 y dado que cuidaba
muy bien de los edificios de la Residencia de Estudiantes (que
pertenecían la Junta para a la Junta para ampliación de Estudios, la
gran institución científica republicana), Tomas Navarro Tomas,
el gran filólogo, y secretario de la JAE, le nombra subdelegado de la
JAE en Madrid, y él se lo agradece en esta carta, poniéndose a su
disposición.
Por el contrario, en el BOE del 19 de agosto del 2015,
con motivo de las cuentas anuales de la Residencia, y dentro de otras
disposiciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, se vuelve
de nuevo a decir que un decreto del 19 de mayo de 1938, disolvió a la
JAE.
Esto es ir contra la legalidad republicana, su Constitución de 1931 y
contra los científicos de la JAE, ya que está demostrado, desde hace
años, por mí y por otros investigadores, que la JAE siguió activa hasta
el final de la guerra civil, en abril de 1939, en las ciudades
republicanas de Madrid, Valencia y Barcelona.
Incluso se construyó en la “Colina de los Chopos“ un refugio
antiaéreo, para proteger a los enfermos de malaria del Hospital de
Carabineros, y a los científicos y personal del Instituto de
Física–Química(actual Rocasolano), que dirigía el gran científico de la
JAE. Enrique Moles Ormella.
Todos estos científicos, implicados con el Frente Popular, fueron duramente represaliados por el franquismo y el Opus Dei, y por lo que podemos comprobar, este odio sigue vigente, si nos atenemos al BOE del 19 de agosto del 2015.