Fernando de Silva
Cuando
gobierna quien no gana las elecciones y la oposición queda bloqueada
por la incapacidad de entendimiento, puede ocurrir lo que está
sucediendo en el Ayuntamiento de Gijón, que parece encontrarse bloqueado
y sin rumbo definido desde que se constituyó la nueva corporación
municipal. En un totus revolutus, la mezcla de la inexperiencia de
algunos, con la incapacidad de otros, y la falta de timonel, hace que
Foro pueda mantener el obstracismo en el que nos tenía sumidos desde
hace cuatro años. El futuro inmediato, e incluso el mediato, parece ser
descorazonador, y nos lleva a cuatro años de penuria.
Paco
Ignacio Taibo no es santo de mi devoción, en especial por su capacidad
de despreciar y minusvalorar a quienes no piensan como él, pero debemos
de reconocer que ha estado muy acertado al afirmar que "no me cabe en la cabeza que en esta ciudad gobierne la derecha habiendo ganado la izquierda; me sorprende";
y en ello coincide con la mayoría de los gijoneses que piensan en clave
de izquierdas, con la excepción de una minoría que ha priorizado sus
odios y recelos históricos y personales a los intereses de la
ciudadanía. Y en la confusión quienes perdemos somos los propios
gijoneses.
Ya
todos sabemos lo que ganan los concejales, y que casi todos han
encontrado un trabajo bien remunerado para cuatro años. Los de Xixón Sí
Puede nos repiten hasta la saciedad que ellos se sacrifican y se
aprietan el cinturón, limitando sus emolumentos a tres salarios mínimos,
sin darse cuenta de que van a percibir mucho más que el 90% de los
trabajadores españoles. Resultaría más interesante que nos explicasen
cuáles eran sus ingresos antes de llegar a la política, y las razones
personales y profesionales de los que no desean mantener la situación de
liberados; pero en eso se callan porque no vende. Pero al margen de
este tema, poco más sabemos de sus planes de futuro.
En
la prensa de hoy ediles de Xixón Si Puede y del PSOE se quejan de que
los planes sociales no avanzan, sin darse cuenta de que esto ocurre
porque no gobiernan juntos y deben de someterse a los ritmos del partido
de Álvarez-Cascos. Nos olvidamos de que si bien la gasolina la ponen
entre todos y la oposición puede decidir el rumbo, quien conduce es
Carmen Moriyón, que es la que pone la velocidad en la toma de posiciones
y decide el momento de llevarlas a cabo.
Todo
esto es reconducible, y solo hace falta de voluntad política por parte
de los tres partidos de izquierdas para darle un vuelco al futuro. Pero
me temo que quienes consintieron un gobierno de derechas, no están por
la labor. Triste panorama que nadie, o casi nadie, puede entender, y que
ha convertido a Gijón en un ejemplo a no seguir por quién se considere
progresista y crea de verdad en que lo primero son los ciudadanos y no
ellos. El resentimiento no va a ninguna parte, y ya estamos viendo y
sufriendo sus consecuencias.
DdA, XII/3028
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