El otro día se reunió el rey en El
Pardo con cuatrocientos nobles. Don Felipe le recordó a la Diputación de la
Grandeza de España -poco después de que desposeyera a su hermana del título de
duquesa de Palma por su caso nada ejemplar- que tenía la obligación de serlo
(ejemplar) por la responsabilidad que entrañan los títulos nobiliarios. Para
el rey, mantener dicho imperativo ético supone un deber entre aquellos
depositarios de títulos cuyos anteriores poseedores figuran en la historia de
España. Lo que supone - añadió en clave de tópico real- un “gran reto” prefijado por la “exigencia de
llevar un gran nombre”.
Me acabo de enterar de que la familia del dictador
Francisco Franco seguirá ostentando los títulos de Grandes de España que
les otorgó el rey Juan Carlos I durante la Transición, después de que el partido en el Gobierno votase
en solitario contra las PNL (Proposición No de Ley) presentadas este pasado miércoles
en el Congreso. Los conservadores se quedaron solos al votar
negativamente sobre tres textos presentados por el Grupo Socialista, La Izquierda
Plural y el Grupo Mixto.
Entre los nombres ejemplares de la dictadura que siguen siendo reconocidos como Grandes de España figuran los generales Emilio Mola, José Moscardó,
Gonzalo Queipo de Llano, Juan Yagüe y el líder falangista José Antonio Primo de Rivera En la Europa
actual, según proclama la PNL del Grupo Mixto, sería impensable la existencia
de un Ducado de Mussolini, un Señorío de Hitler o una Baronía de Petain.
El Grupo Mixto sabe de sobra que en Italia,
Alemania o Francia un dictador no determinó que su descendiente a título
de
Jefe de Estado fuera rey. En este sentido hay que reconocer que el lugar de la cita convocada por la Casa Real -el Palacio del Pardo- era el más idóneo -por
familiar- para que concurrieran cuatrocientos nobles.
*Artículo a publicar también en La Marea
*Artículo a publicar también en La Marea
DdA, XII/3004
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