Félix Población
En unas circunstancias de lo más pintiparadas para hacer valer su compromiso político en España tras las elecciones que llaman del cambio, el expresidente de Uruguay pronunció una conferencia en Barcelona que en nada se parece a las que los expresidentes González o Aznar pronuncian y cobran por unos cuantos miles de dólares. Lo que dijo Mujica es que nuestro mundo no tiene dirección política, pues lo única que prima es la del interés económico. En medio de la mal llamada cultura del consumo -porque el consumo no puede ser nunca cultura-, el sistema productivo está preso en las cajas de los bancos, cúspide de la verdad del poder.
Con el verbo popular y a la vez hondo que le caracteriza, José Mujica está convencido de que hay que meter mano en los bolsillos de los que concentran la riqueza para estabilizar la demanda del mundo en casas, escuelas y hospitales. Para acometer ese proyecto es preciso contar con una juventud comprometida que entienda que nuestro planeta no es un valle de lágrimas. Solo lo será para quienes bajan los brazos y no luchan, actitud equivalente a la de la derrota. A juicio del expresidente uruguayo, la humanidad no se divide por razas ni sexos ni credos, sino entre los que se comprometen y los que no. Porque nada cae del cielo de un día para otro, el compromiso es indispensable en pro de un mundo más justo.
Desconozco el caché de esta conferencia de Mujica, pero me consta que por lo dicho y hecho a lo largo de sus cinco años como presidente de su país -donando el 90 por ciento de su sueldo a fines humanitarios y viviendo en la modesta casa donde residió siempre-, que así como lo que dice no tiene parecido con lo que dicen nuestros expresidentes, tampoco será remunerado como estos, que al fin y al cabo defienden a quienes los remuneran.
Hace poco leíamos que a Rodríguez Zapatero se le veía contento, quizá por el hecho de que al fin había encontrado una buena remuneración a sumar su sueldo de exjefe del Gobierno. Su fichaje por la agencia ThinkingHeads, que lleva las conferencias de Felipe González, puede reportarle pingües ganancias. Al contrario de lo que ocurre en los países anglosajones, aquí no sabemos el monto exacto de lo que le reporta una charla a un expresidente, pero sí se calcula que ronda los 40.000 euros.
Y sin embargo, ya ven, algunos tenemos la impresión de que Mujica parece mucho más contento que González o Aznar, sobre todo que Aznar. Supongo que será por lo que dice y vive, más que por lo que cobra.
CONTENTOS
Esta mañana he ofrecido un desayuno en mi casa a Pepe Mujica, expresidente de Uruguay, y a su esposa Lucía. Un orgullo aprender del presidente que ha hecho de la paciencia y la escucha una nueva forma de hacer política.
DdA, XII/3018
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