Lazarillo
Como sabe este Lazarillo lo mucho que le ha afectado a Esperanza Aguire la pérdida de la alcaldía de Madrid..., quiero decir los deleznables chistes de humor negro sobre el Holocausto tuiteados y entrecomillados como ejemplo del mismo por el ya exconcejal Guillermo Zapata hace cuatro años, hasta el punto de solidarizarse Aguirre con la comunidad judía, este Lazarillo no se resiste a recuperar el artículo de Javier de la Puerta sobre el pregón de la Semana Santa de Zamora, pronunciado por el fundador del Partido Popular, el fallecido Manuel Fraga, tan admirado por la extinta lideresa y por toda la cúpula del PP. No fue leído ese pregón en la inmediata y dura posguerra, tras la victoria de Franco con el apoyo del régiem nazi responsable del terrible Holocausto, sino en 1971, con la presencia del entonces ministro zamorano Silva Muñoz, según se aprecia en la gastada fotografía del archivo de El Correo de Zamora. El artículo de Javier de la Puerta fue publicado en su día en este DdA, pero las circunstancias me obligan a rescatarlo para bien de la memoria:
Javier de la Puerta
Durante varios siglos, la Iglesia Católica, durante los oficios de
Viernes Santo, pedía por la conversión de los “pérfidos judíos-perfidis
judæis”, a los que acusaba de haber asesinado a Jesús. Todavía con
anterioridad al Concilio Vaticano II (1962-1965), el Papa Juan XXIII
eliminó la expresión “pérfidos judíos” de los rezos de Semana Santa,
frase que se usó en unos oficios por última vez el año 1959.
Doce años después, en 1971, el entonces ex-ministro de información y
turismo, Manuel Fraga Iribarne (fundador de Alianza Popular, actual PP,
en 1976), escribió las siguientes frases en su pregón de la Semana Santa
de Zamora: “La lección terrible de la Semana Santa debe ser nuevamente
revalorizada, asimilada. Los judíos prefirieron la injusticia al
desorden, el inmovilismo a la esperanza y el milagro, el egoísmo a la
caridad. Aún no han terminado de expiar la sangre caída sobre ellos y
sobre sus hijos.” El político continuó su pregón con la siguiente frase:
“Por supuesto, se equivocaron, Jerusalén e Israel serían destruídas.”
Es decir, a pesar de estas destrucciones, Fraga consideraba que los
judíos, dos mil años después, todavía no habían expiado “su pecado”, a
pesar de que hacía más de un decenio que la propia Iglesia Católica
había eximido de responsabilidad a los judíos en la muerte de Jesús.
Fraga había sido ministro de información y turismo entre 1962 y 1969.
Él fue uno de los miembros del gobierno de Franco que votó a favor de
confirmar el fusilamiento de Julián Grimau en 1963, sentándose todavía
junto al dictador cuando el joven estudiante de derecho, Enrique Ruano,
fue asesinado por la policía, al defenestrarlo desde un séptimo piso, en
enero de 1969. No fueron estos dos crímenes hechos aislados, ya que la
tortura y la violación sistemática de los más elementales derechos
humanos eran el pan nuestro de cada día en aquella España de los años 60
y 70. Sin embargo, Fraga, en su pregón de Zamora, no se refiere en
absoluto a estos crímenes, sino que prefiere irse dos mil años atrás.
Tampoco se acuerda Fraga de los crímenes de Hitler y el Nazismo, del
Holocausto, régimen del que el Franquismo fue aliado entre 1936 y 1945.
Muchas partes del pregón zamorano de 1971 no son nuevas, ya que el
ex-ministro utiliza en gran medida el pregón de la Semana Santa de
Madrid del año 1963. ¿En qué se diferencian ambos pregones? En el pregón
de Zamora Fraga añade las frases antisemitas ya citadas, las
acusaciones al crimen cometido, según él, por el pueblo judío, a quien
también ataca por “el gesto terrible de cobardía de los que no quieren
recordar, ni reconocer, ni saber nada de nada.” Además, siguiendo la
estela de Franco, el político lucense ataca a la masonería, al acusar a
los masones de “secularizar y descristianizar la Semana Santa.” No le
faltaba mucho a Fraga Iribarne para repetir al dedillo el famoso
estribillo de Franco “un complot judeo-masónico orquestado por el
comunismo internacional”, aunque, extrañamente, la palabra “comunismo”
no aparece citada ni una sola vez en esta soflama.
En otra parte del discurso tiene la osadía de hablar de “ecumenismo”,
al mismo tiempo que ataca a otra religión, la judía, ignorando también
que, en esos mismos momentos en los que leía el pregón, en Zamora, un
pabellón de la cárcel provincial estaba dedicado a los sacerdotes
españoles que se oponían a la dictadura.
Este pregón fue guardado durante muchos años en una caja fuerte bajo
siete llaves, para que no se pusiera en evidencia el posterior y radical
golpe de timón del fundador de AP-PP en todo lo relacionado con Israel y
el Judaísmo, ya que Fraga fue, en los albores de la Transición, uno de
los fundadores de la Asociación de Amistad España-Israel, utilizando su
pertenencia a esta organización para blanquear su complicidad con el
Franquismo y sus crímenes. En esta primera transición el ex-ministro de
Franco se convirtió en el primer ministro del interior (gobernación) de
la monarquía heredera del Franquismo, siendo el principal responsable de
los sucesos de Vitoria (cinco muertos) y Montejurra (2 muertos), hechos
acaecidos en los primeros meses de 1976.
Posteriormente, este viraje de Fraga fue adoptado con entusiasmo por
José María Aznar, cuando en los años 90 convirtió al PP en el principal
defensor en España de las acciones de los derechistas gobiernos
israelíes de Shamir, Netaniahu y Sharón, cuyas políticas radicales
dieron lugar a los estallidos de las dos intifadas habidas hasta la
fecha.
¿Releería alguna vez Fraga su pregón de Zamora, sus acusaciones y
ataques al pueblo judío, también a Israel, durante sus últimos decenios
de vida?
DdA, XII/3030
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