Félix Población
Al Gobierno que tenemos y deberemos soportar hasta finales de año
se le debe una de las más flagrantes tropelías que en un terreno tan sensible
como el de la justicia se ha aplicado a lo largo de esta legislatura. Me
refiero a la reforma de la justicia universal que acaba de hacer posible que el
juez Pedraz archive el caso del camarógrafo de Tele 5 José Couso, asesinado
mientras ejercía su trabajo en el hotel Palestine de Bagdad, al recibir el
impacto de un carro de combate estadounidense, cuyos tripulantes consideraron
precisa esa acción, aun sabiendo que en ese hotel el único peligro acaso era la
prensa libre que se desmarcaba de la información oficial sobre el conflicto.
Los asesinos del cámara español gozarán por lo tanto de la impunidad que ha
hecho posible esa reforma y el hecho significará, a la postre, una página más
de la ignominia que supuso aquella guerra. Como dice hoy mi estimado Antón Losada: “La
justicia universal vuelve a perder ante su peor enemigo: el cinismo universal.
Los mismos que se rasgan las vestiduras ante las violaciones de los derechos
humanos en Venezuela, callan ante Guantánamo o aplauden, ríen las gracias,
hacen reverencias y van de caza con los sátrapas de Arabia Saudí, Egipto o China
únicamente por asegurar mercados y negocios y así vender unos trenes, unos
zapatos, unos condones o unas naranjas más. Nuestros principios democráticos
valen lo que vale su PIB”.
Cuando los dirigentes del Partido Popular y representantes del
Gobierno se refieren a veces a la conculcación de la libertad de expresión en
aquellos países con cuyos gobiernos no simpatizan, el caso Couso debería
revolvérseles en las tripas, porque quienes
recordamos las secuencias de aquel asesinato -ocurrido durante aquella
vergonzosa y crudelísima invasión de
Irak apoyada por el Gobierno de José María Aznar- pensamos que la impunidad con
que se ha resuelto es reflejo del bochornoso papel que jugó España en aquella guerra de los cien mil civiles muertos.
Resulta sumamente significativo que durante el conflicto murieran más profesionales de la información en asesinatos
selectivos en Irak que en circunstancias relacionadas con el combate,
según el grupo Comité para Proteger a los Periodistas (CPJ, por sus
siglas en inglés). Las investigaciones del CPJ muestran que al menos 150 periodistas y 54 trabajadores relacionados con los medios murieron en aquel país desde la invasión dirigida por Estados Unidos en 2003
hasta la declaración del final de la guerra en diciembre de 2011. Antes estos datos cabe pregúntarse qué informaciones se perdieron de aquella atroz masacre y hasta qué punto esa matanza de periodistas repercutió en las noticias que nos llegaron desde allí.
DdA, XII/3026
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