Antonio Aramayona
¿Qué tiene que pasar en este país para que pase algo? ¿Puede haber más corrupción –y no solo económica- en el partido político gobernante? ¿Cabe más corrupción –y no solo económica- en los denominados “partidos mayoritarios? Según la última encuesta de estimación de voto del CIS, la ciudadanía sigue votando y votando a los mismos, dejando a los partidos emergentes como relleno y bisagra de futuros pactos. Más de lo mismo. Otra ración de nada.
¿Qué tiene que pasar en este país para que pase algo? ¿Puede haber más corrupción –y no solo económica- en el partido político gobernante? ¿Cabe más corrupción –y no solo económica- en los denominados “partidos mayoritarios? Según la última encuesta de estimación de voto del CIS, la ciudadanía sigue votando y votando a los mismos, dejando a los partidos emergentes como relleno y bisagra de futuros pactos. Más de lo mismo. Otra ración de nada.
“Desarrollaremos…”,
“eliminaremos…”, “haremos…”, “nos comprometemos…” ¿Cuándo, cómo, dónde? ¿A
quiénes hemos visto en la calle, a pie de desahucio, a pie de ERE, a pie de
miserable, a pie de familias sin ingresos? En Zaragoza he visto con admiración
a un solo político –de IU, concejal- encadenado con unos trabajadores en lucha
de Parques y Jardines. Fuera de esto he visto ante todo palabrería, posturitas,
declaraciones, discursos…
Nos
fuimos del portal de la Consejera aragonesa de Educación, en una de las calles
más transitadas de la ciudad, precisamente para evitar la obscenidad de ver
acercarse a políticos de toda suerte y condición para hacerse una foto con la
gente del portal, que nunca jamás habían visitado antes. Lo aguanté en las
Europeas, pero mi estómago no podría aguantar más ese ceremonial aniquilador
(aniquilar: reducir a la NADA). Nada, nada, nada, nada….
Enciendo
la radio, enciendo el televisor, abro la prensa… ¡Ha comenzado la campaña
electoral! Cierro la boca y aprieto los dientes, pues cada cuña radiofónica, cada
espacio electoral televisivo, más “noticias” (¿?) y crónicas son eméticos
disfrazados de novedades. A esa gente que aparece en unas listas electorales le
toca ahora ir y venir, callar la verdad y mentir, intentar levantar el ánimo y despertar
a su favor la intención de voto de la gente, cuando en realidad saben bien que
solo les escuchan los convencidos.
¿Qué
le pasa a este país, con una derecha que vota axiomas y dogmas de pacotilla,
que vive de sofismas y embaucamientos? Por dios, por la patria y por el rey…
cristo vence, cristo reina… hemos superado la crisis… crecimiento económico y
creación de empleo… defensa de la vida y de la familia… ¿Qué puede esperar de
un país con ocho millones de votantes incondicionales, que –metafóricamente-
estarían dispuestos a quemar a quien niegue a su dios, fusilar a quien se meta
con su patria, sepultar en papel couché a quien niegue a su rey?
¿Qué
le pasa a este país, con un partido otrora socialista y obrero, pero que ahora
básicamente es una agencia de colocación? ¿Qué le pasa a este país, con una
izquierda que cada vez se atreve menos a manifestar públicamente y con fiero
orgullo alguna de sus utopías (recuérdese, la utopía es lo óptimo, no lo
imposible)?
Soy
viejo, estoy medio acabado, he visto demasiadas elecciones ya, demasiadas
campañas electorales ya (incluidas aquellas primeras en que nos pasábamos hasta
el amanecer con un cubo, una brocha y centenares de carteles):
Yo no sé muchas cosas, es verdad/Digo tan sólo lo que he
visto/Y he visto que la cuna
del hombre/La mecen con cuentos/Que los gritos de
angustia del hombre/Los atrapan con cuentos/...
León Felipe
León Felipe
DdA, XII/2998
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